Vivirás sin trabajar

No somos lo que hacemos, igual que no somos lo que tenemos o los que nos precedieron. ¿Entonces? Es una de las conquistas de la res pública. Cuesta trabajo ¿verdad? No, tú no eres lo que haces. Nuestro trabajo no nos define y la profesión no cambia nuestra sustancia. Los nuevos elitistas no se fijan ya en el dinero, no piensan en el apellido que antes precedía al nombre ¿los títulos? Cada cual lleva el suyo lo mejor que puede. No, ahora los desclasados forman parte de una nueva subespecie. Medrar ya no es lo que era y es mucho más difícil reconocer a un arribista. Julián Sorel, Becky Sharp, Tom Ripley... ¿cuál sería ahora su máscara? ¿Cuál será ahora la nueva etiqueta con la que tratemos de separarnos de los demás? ¿Con qué cualidad lograremos superar la barrera de los iguales para diferenciarnos y optar a nuestra porción de trascendencia?

Es parte de la meta a la que nos conduce el Ingreso Mínimo Vital. Habrá elegidos que no perderán la brújula de su individualidad mientras otros se confundirán con los millones que, como ellos, no sabrán quiénes son o cuál es el sentido de su vida.

¿Sabríais cuál es el vuestro si os permitieran vivir sin enfocar la voluntad hacia un destino? Ese camino conduce a la nada.

No es nada fácil tratar de escalar en la evolución social y será mucho más difícil a partir de ahora. A la salida de los trenes de la muerte, los judíos divisaban una frase que les proporcionaba la esperanza justa para no rebelarse contra su destino. Las veían entre las cenizas que volaban sus almas carbonizadas al cielo, mientras caminaban sobre las tibias de cuantos ya no servían para trabajar, para existir, por lo tanto. ¿Qué pensáis? ¿Es un amnésico? Esto del trabajo, digo, ¿un anhelo que nos confunde para que creamos que somos alguien, que podemos separarnos de ese otro al que tanto despreciamos? ¿Por qué? ¿Por una simple y fatua dedicación? ¿Qué cambiaría si nos lo quitaran? Dejaríamos de ser quienes somos para tratar de reubicarnos. El trabajo os hará libres.