Diario de León

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La descentralización administrativa que se ha implantado en España no será completa mientras Madrid concentre absolutamente todos los órganos institucionales y demás organizaciones de poder. El presidente del Gobierno apuntó la posibilidad de repartir la gestión pública por otras ciudades del territorio, una idea nada descabellada si se analizan a fondo las ventajas que supondría. Las propias organizaciones supranacionales, como Naciones Unidas y la Unión Europea, han sacado de su sede central algunas dependencias, lo mismo que ya hacen otros países como Estados Unidos.

No es lógico que todo el peso del entramado administrativo, legislativo, judicial y en buena medida bancario y empresarial confluya en un solo centro. Más cuando las nuevas tecnologías facilitan tanto las comunicaciones. Parece lógico que tanto el Gobierno como el Parlamento estén cerca, pero no parece que haya ningún obstáculo para que otros organismos se radiquen en Barcelona, Sevilla, Valencia, Bilbao, Valladolid o Santiago, por citar algunas posibles localizaciones. De esta forma la imagen de unidad compartida y dependiente al tiempo saldría fortalecida siempre que se haga de manera independiente del interés particular de los partidos. Una descentralización de esta naturaleza neutralizaría en parte las tensiones independentistas, liberaría a Madrid de la carga y los inconvenientes de una concentración que genera tantos problemas, y se favorecería el desarrollo de otras ciudades. Para los ciudadanos también supondría ventajas. Con las comunicaciones actuales no es tan problemático como antes desplazarse a hacer gestiones a otras plazas.

La descentralización de servicios también será un aliciente contra la despoblación que sufren algunas provincias. Convertirse en sede de algún organismo público contribuiría a mejorar la economía local, a una mayor interrelación de igualdad entre las comunidades autónomas, a crear puestos de trabajo, a afianzar el español como idioma común sin condenar a las lenguas autóctonas, y a que los ciudadanos adquiramos mejor conciencia del valor de la unidad y la diversidad con un mismo objetivo.

Algunas veces escuchamos en la periferia una queja lógica: ¿por qué hay que ir a Madrid para todo? ¿Por qué todo se centraliza en Madrid? Si las multinacionales optan por la dispersión territorial, ¿por qué el Estado, que somos todos, no hace lo mismo? Por pragmatismo, por justicia y por esa conveniencia de ir acabando con la realidad frente al poder de ciudadanos de primera, segunda y hasta tercera división, la descentralización institucional merecería la pena intentarla.

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