Editorial | El machismo es cosa de todos... y de todas

Mientras no se conciencie a las víctimas de la necesidad de denunciar ante el más mínimo atisbo de violencia de género, la lucha contra el machismo no avanzará con un horizonte claro.

Los esfuerzos de las administraciones por implementar medidas encaminadas a poner fin este tipo de conductas chocan contra comportamientos tibios como los de aquellos casos en los que se concede una segunda oportunidad, que en la mayor parte de las ocasiones resulta estéril.

La legislación estudia un cambio para que las mujeres no se vean en el penoso trance de enfrentarse a su agresor en un juicio y habilita la posibilidad de que solamente declaren en la fase de instrucción, en sede policial o en sede judicial.

Todos los avances que se lleven a cabo en materia de reacción tienen que tener el vínculo inherente de las políticas de prevención como las que se van a adoptar estos días, con policías y guardias civiles infiltrados de paisano en las grandes concentraciones festivas que se esperan para el puente del verano por antonomasia.

Es lo que toca, a la espera de que las medidas de educación en los centros docentes vayan haciendo su efecto para erradicar conductas intolerables.