Editorial | La desesperanza se cronifica en el barrio del Crucero

No suele protagonizar muchas portadas pero la situación de abandono del barrio del Crucero se cronifica sin que nadie acierte con la herramienta para que la zona tenga mejoras. Vandalismo, hurtos, inseguridad ciudadana, drogas son algunos de los serios problemas con los que conviven a diario los vecinos, que reclaman más vigilancia y más atención por parte del Ayuntamiento. Al hilo de sus declaraciones y de las lamentables imágenes que deja un paseo por el barrio, parece que sus residentes no reciben ni lo uno ni lo otro de la autoridad municipal. A las deficiencias habituales que presentan las calles de la periferia de esta ciudad, el Crucero se enfrenta también a un verdadero drama con la venta de drogas a la vista de todos, que va de la mano de la okupación de las casas abandonadas y en ruina a las que nadie presta atención.

La desesperanza de los vecinos alcanza niveles tales que solo piden ya «poder dormir tranquilos», aunque tengan que convivir con aceras llenas de porquería, baches y excrementos, contenedores de basura viejos y pintadas en cualquier pared.

Pero preocupa también, o al menos a la gestión municipal debería inquietarle, el panorama de edificios como el del número 11 de la calle Laureano Díez Canseco, que los informes de los técnicos definen como de «grave situación de inseguridad», como si fuera el paradigma de un barrio con el que la capital tiene una deuda pendiente que más pronto que tarde hay que empezar a saldar.