Editorial | El futuro que debe llegar tras el tren

La gran transformación urbanística que la integración del tren iba a dejar en León abre paso a la incertidumbre de qué va a pasar con los más de 30.000 metros cuadrados de descampado que en la actualidad no tienen un uso concreto. Las expectativas se han desplomado después de comprobar que el planteamiento inicial para aprovechar el espacio poco tenía que ver con la realidad en la que se encuentra la ciudad pero no se puede esquivar el debate sobre el futuro de estos terrenos que deben tener un destino adecuado a las necesidades de la capital y, por encima de todo, no deben perpetuarse en una sucesión de solares que empobrezcan un entorno que requiere de iniciativas que le permitan mejorar. Lo contrario sería dejar que se ahonde la exclusión de una zona castigada durante décadas por la barrera ferroviaria y a la que se le presentó un escenario mucho más prometedor. En esta cuestión no caben conformismos y la reivindicación es la única vía para una solución digna.