Editorial | Una gestión sin proyecto claro, a pesar de la urgencia

Romper con el pasado es una de las obsesiones de Olegario Ramón como alcalde de Ponferrada, sin embargo en sus dos primeros años de mandato los principales logros conseguidos son en realidad herencia de su predecesora en el cargo. Ramón llega al ecuador de su mandato sin un proyecto claro de ciudad, y los otros dos ejercicios que le quedan para completar el ciclo no se presentan con las mejores cartas para poner sobre la mesa las soluciones que con tanta urgencia necesita la capital del Bierzo.

No lo tendrá fácil el alcalde porque la fuga de uno de sus concejales le deja en igualdad de votos con el grupo de la oposición, y eso le fuerza a hacer un ejercicio de negociación para el que ha mostrado pocas habilidades. Será difícil también que cuente con el apoyo de las instancias socialistas superiores. Su posicionamiento en el bando equivocado en la pugna que colocó a Pedro Sánchez al frente del proyecto del PSOE hace evidente su falta de peso político, y eso se traduce en la indiferencia de los presupuestos del Gobierno para con la comarca y en el desinterés de su partido a la hora de defender sus exigencias.

Con estos mimbres tiene difícil el alcalde de Ponferrada sacar adelante alguno de sus proyectos, más allá del empeño en acabar con los entes municipales del pasado, de los que quiere deshacerse para desarmar las redes clientelares que tanto denuncia. Su política de tierra quemada con todo aquel que le lleve la contraria no va a ayudarle. A pesar del agónico momento que vive la ciudad, sumida en una sucesión de crisis económicas a las que no encuentra salida.