Editorial | Retroalimentación imprescindible de las inversiones privadas y públicas
El progreso de un territorio como la provincia de León reclama un esfuerzo máximo desde todos los ámbitos. Aquí ya no se trata de intentar que no decaiga el crecimiento. Ni de conseguir mantener las tendencias. León vive una auténtica emergencia, que se ha agravado en los últimos años, tras la pasada crisis económica que se ha unido a la drástica finalización de todo lo relacionado con la minería y la energía termoeléctrica, y con un campo que sigue sin alcanzar la estabilidad necesaria.
Los datos de la provincia evidencian una persistente recesión —acelerada por la pandemia—, una caída poblacional en constante aceleración y un envejecimiento que hace tiempo que muestra todas las luces rojas de emergencia imaginables. Con esa radiografía resulta llamativo que diez meses después de las masivas manifestaciones en León, Ponferrada y Villablino siguen sin plantearse opciones reales de reactivación. Y se entrecruzan mensajes sobre si es más necesaria e importante la inversión pública o la privada. El debate que bien puede ser equiparado al clásico y estéril sobre ‘el sexo de los ángeles’ generaría risas si no fuese por lo que está en juego. Evidentemente no habrá inversiones privadas sin iniciativas públicas. Si alguien cree que el éxito del polígono industrial de Villadangos se hubiese logrado sin esa gigante inversión en suelo e incentivos probablemente vive al margen de la realidad.
En las sociedades democráticas las empresas son las que crean principalmente el empleo. Pero sólo ocurre donde existen las condiciones necesarias. Y eso incluye muchas cosas de las que León sigue careciendo pese a quién pese.