Editorial | Solidaridad con el otro... y sin tensionar

Los mensajes escuchados en las últimas horas, dentro de la crispación de la política como consecuencia de las elecciones madrileñas, ponen en evidencia a muchos. Si alguna de las amenazas fuese realmente peligrosa habría que exigir a todos, sí, a todos, una condena y un gesto de solidaridad hacia su víctima. En España sabemos demasiado de violencia gratuita como para jugar con este asunto. Pero parece que cuando se aproxima una cita con las urnas se rompen todas las barajas para sobrepasar las líneas rojas más imprescindibles en la vida pública. Y parece incuestionable que detrás de todo lo ocurrido —ya no sólo de acciones tan increíbles como una ministra con la foto de una navaja que le envió un enfermo mental— están los propios partidos que se dedican a tensionar las cosas. El juego de buenos y malos, de acusaciones, de provocar a los descontrolados tiene consecuencias siempre. A cuenta del terrorismo etarra hemos visto los suficientes episodios para saber que no valen trampas para maquillar o animar la violencia.