Diario de León

Bondad que vuelve

AL TRASLUZ | ¿Hacia dónde va hoy el mundo? Ojalá sea a un lugar donde la bondad no vuelva a ser desterrada. No será fácil, pero ninguna batalla que merezca la pena lo es. Y no cabe rendirse, pues como dijo Sancho, aún hemos de convertirnos en pastores.

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Me escribe el poeta leonés Salvador Negro desde el monasterio de El Parral, en Segovia, donde se encuentra residiendo, para terminar el que será su primer ensayo. Para nacer, su nueva obra exige concentración y no todas las islas son solitarias de la misma forma. A la par que trabaja en ella, ha escrito un texto para la orden de San Jerónimo, que conmemora el mil seiscientos aniversario del tránsito de su fundador.

Lleva por título de El amor no puede ser comprado. El poeta sigue siéndolo también en su prosa, pues, aunque el ritmo es ya otro, lo que importa es la música de la verdad. Escribe: «No tengo que soñar nada de lo que digo, sino dejarme llevar por la palabra que habita en estos hombres, cuya elocuencia no viene del decir, sino del callar». La bondad está retornando como tema literario, pero nunca se había ido del todo. Ahí estaba, como Aragorn esperando señales para su retorno. «Quien vive aislado es el reo de las exiguas posibilidades de lo material, no estos monjes que al ofrecer su vida van quedando libres, en el camino de la vida, y de la muerte», proclama. El ensayo de Negro será antorcha en estos tiempos heridos. Aquí en León se le echa de menos, por bueno y por buen poeta. Pero, a veces, para estar más cerca hay que alejarse.

Con El mapa de los afectos, novela sobre la bondad, ha conseguido Ana Merino —leonesa de vocación, como este columnista— el premio Nadal. Su abuelo materno, don Jerónimo Norverto, estaba considerado una de las mejores personas de esta tierra. Y vivió un siglo, que da para mucho. Mi mujer recuerda que don Jerónimo llevaba siempre los bolsillos repletos de caramelos y de bolígrafos, que repartía entre los niños. Dice la escritora en una entrevista: «La bondad sostiene el mundo». Y en otra: «Mis personajes son buenos como don Quijote y Sancho». Y Cervantes. Qué orgullo para sus padres, Mari Carmen y José María, tales declaraciones que convierten un éxito personal en logro colectivo. El príncipe Myskhin, protagonista de El idiota , la gran novela de Dostoyevski, estará sonriendo.

¿Hacia dónde va hoy el mundo? Ojalá sea a un lugar donde la bondad no vuelva a ser desterrada. No será fácil, pero ninguna batalla que merezca la pena lo es. Y no cabe rendirse, pues como dijo Sancho, aún hemos de convertirnos en pastores.

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