Columnista cascarrabias

Nunca me ha gustado la expresión «estoy que bufo». Los animales bufan, los humanos echamos humo. «Pues a mí ya no me pasa, desde que me trae todo al fresco», me dirá el lector estoico. Entiendo que el calor invita a ello, pero evitemos el pasotismo. A mí también me la refanfinfla si Paquirrín llama o no a su madre, o viceversa. Saberlo no figura en mi lista de comecomes. «A muchos, ya nos la trae al pairo la política», estará apostillando el lector estoico de antes. Pero esta es necesaria para organizarnos, dado que todos somos del Madrid y otros menos son del Barça. En fin, echo humo y más humo. O más exactamente, me hacen echarlo. Quizá, me esté volviendo un cascarrabias. A veces no entiendo nada; otras, demasiado. Aunque con diferencias de tono, derecha y extrema derecha, y ese partido unipersonal que es Ayuso, se oponen a las medidas de ahorro energético decretadas por el Gobierno. Que haya sectores perjudicados por las mismas no significa que no deban ser acometidas, pues urgen, sino que dichos sectores han de ser compensados. Echo humo cuando leo a Vox hablar de «delirio climático» y de «política suicida». Hombre, si aquí alguien se está haciendo el harakiri climático es el medioambiente, pero la daga se la hemos entregado nosotros. ¿Qué más pruebas quieren los negacionistas, ver a los pulpos correr por las calles? Uf. Por supuesto, existen posturas fanáticas en el ecologismo, en el pacifismo y hasta en la moderación, lo que sobran son desparrames. Ha declarado la cantante Omara Portuondo: «A mis 91 años ya solo pido tranquilidad para la Humanidad». Cántela algo, maestra, a ver si a usted la escucha. Pobre Tierra, cuanto te hemos fallado. ¿Volverías a dejarnos las llaves de la naturaleza?, ¿estás deseando jubilarte y perdernos de vista?

En estos días me acuerdo del exabrupto de un diputado de Vox: «Que se caliente un poquito más el planeta, para empezar evitará muertes por frío». Con esto llevo echando humo desde que lo dijo, el año pasado. Pero el mío no contamina.

Sí, es posible que esté algo más cascarrabias. Mi mujer lo niega. Los amigos me dicen: «¿Tú? ¡Venga ya!». Pero, rabioso estoy. Y echo humo, hasta que algo o alguien me devuelve la confianza en la Humanidad.