Diario de León

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El otro día vi a un concejal popular que estaba sentado en una terraza. «¿Y qué hay de extraño en ello, acaso estaba desnudo o le habían puesto langosta de tapa?», me preguntará el lector dado a saltar antes de que uno haya acabado de escribir la frase. Lo extraño era que no llevaba puesta su mascarilla. Fue el pasado viernes, a las 18,20 de la tarde, muy cerca del Ayuntamiento de León. Su acompañante sí la llevaba. El concejal se disponía a llamar por el móvil con la mejor de sus sonrisas, pero a mí me congeló la mía. «Fue solo un momentín», se justificará si me está leyendo. No lo dudo, pero en un instante cabe mucho, bueno y malo. Sería injusto hacer extensible esta negligencia a su grupo, ni siquiera concluir que él la cometa con frecuencia, pero le vi y le vieron. «Por un gato que maté me llaman matagatos», dirá. Pues sí. Y hasta cosas peores. No debe bajarse la guardia, y me incluyo entre quienes han de dar ejemplo, pues sería incoherente criticarlo y mostrarme sin ella en una terraza. A todos nos cuesta. Para atender al móvil por la calle no debes bajarte o quitarte la mascarilla. Y si tu interlocutor no te entiende con ella, entonces, te esperas a llegar a un sitio donde puedas hablar sin que suenes a ruso. Y siempre suelen ser los mismos locales donde ves con más frecuencia estos incumplimientos, que a quienes primero ponen en riesgo es a los empleados. Ayer entraron en vigencia medidas que rebajan las restricciones en hostelería. Muy bien, pero debemos seguir siendo precavidos y cívicos.

Entiendo que a los guapos y a las guapas se les haga duro no lucir cráneo privilegiado por la calle. Debo decirles que ni siquiera el amor a primera vista desaparece por llevar mascarilla. El Zorro no sale sin ella y las vuelve locas. Ojos que no ven, corazón que sí siente. También los miopes estamos hartos de llevar niebla de Londres en las gafas.

Pensábamos, ingenuos de nosotros, que íbamos a eludir las pruebas que pasaron nuestros padres o abuelos. Y aunque nunca son exactamente las mismas, pues no es la historia la que se repite sino la condición humana, aquí estamos… en una posguerra sin guerra previa. Pongamos todos de nuestra mano para despertar cuanto antes de la pesadilla.

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