Diario de León

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Kirk Douglas ha muerto a los 103 años. No necesitó la «pastilla letal» holandesa, anunciada para que todo aquel que haya cumplidos los setenta y esté cansado de vivir pueda hacer mutis. Además, parece ser que no hay tal, pese a lo publicado por algunos periódicos. Es bulo. Lo que sí se ha llevado a cabo es un estudio para conocer cuántas personas estarían dispuestos a que se les aportasen medios para poner fin voluntariamente a su vida, bajo determinados requisitos, una vez ya no quisieran vivir más. No es exactamente lo mismo, aunque quepan recelos hacia tanto interés por saberlo. Douglas vivía aferrado a la vida. Como vive su mujer, Anne Buydens, quien tiene actualmente 100 años. En ellos la longevidad no puede ser explicada en haber llevado una existencia tranquila, pues perdieron un hijo por sobredosis, entre otros blues menores. Que Anne es un ser especial lo demuestra que llamaba «nuestra primera esposa» a la anterior mujer de Douglas. El humor mantiene vivo el amor, cuando el sexo es ya una canción de la que solo recuerdas el título y que te gustaba. El actor de Senderos de gloria tenía su punto socarrón, pese a haber sido uno de los grandes actores dramáticos del cine. Lean lo que contó para explicar sus impulsos suicidas tras el ictus que, en 1996, lo dejó un tiempo sin habla: «El suicidio es egoísta. El antídoto para la depresión es el humor y el pensar en los demás. Cuando me puse la pistola en la boca, me golpeé en un diente. Y me pareció divertido que ese dolor estuviera frenando mi suicidio. Cuando apenas podía balbucear, solía hacer este chiste: «¿Qué hace un actor cuando no puede hablar? Espera a que vuelvan las películas mudas». Genial, Kirk.

¿Por qué hay personas que viven tanto? Si pienso en Victoriano Crémer (1906-2009), la persona más longeva que he conocido, creo que se lo pasaba muy bien vivo. Otros llegan a ancianos solo porque le da pereza morirse.

 Douglas tuvo el mismo entrenador personal durante 40 años, hasta que este se le murió de viejo. Entre flexión y flexión, se tronchaban. Humor, lo he escrito aquí a menudo, rima con amor y con dolor. Le gustaba decirle a su mujer: «Si un día me dejas me voy contigo». Con amores así dan ganas de ser eterno.

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