Diario de León

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Se agradece una lectura refrescante. Y si ha habido un fresco en la historia de la literatura española ese fue fray Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo, el autor que más libros vendía en la Europa del XVI. Acabo de concluir su célebre Menosprecio de corte y alabanza de aldea (1539). Una loa al «como en el pueblín, en ninguna parte». Cuánto me ha gustado. Dicho esto, el libro está plagado de citas mal transcritas o directamente inventadas, pues levantarse a comprobarlas le hubiese restado mucho tiempo al cronista y consejero de Carlos V. Mejor inventárselas. Pero no son patrañas, pues lo que pone en boca del célebre equivocado resulta verdad en términos humanos. ¿Qué importa que Mirónides no fuera capitán de los beocios, sino de los atenienses? ¿Qué importa que Sócrates no fuese quien arrojó sus riquezas al mar, sino el tebano Crates, o que Fulano llevase muerto 200 años y no pudiera haber estado con Mengano? Seamos realistas, pidamos lo imposible. El libro es una joya, pese a sus tropiezos con el rigor histórico y a su incontinencia con el circunloquio. Martínez Burgos lo llamó «cerebro travieso y bullidor». Su desparpajo te abanica. En su Vida de Marco Aurelio lo único cierto es lo de Marco y lo de Aurelio. Don Antonio es botijo de agua fresca y frescales.

En otra obra argumenta que una señal de la superioridad del cristianismo sobre las demás religiones es que los animales no se pelearon en el arca de Noe. Al buen papa Francisco le haría reír. Hay en sus textos rechifla soterrada hacia los humanistas pelmazos, mucha chispa inteligente y salga el sol por Antequera. Márquez Villanueva reivindicó la valía de este precursor de Cervantes (le cita en el Quijote).

«En la corte —entonces en Valladolid— aunque no tenga uno enemigos le desasosiegan los propios», escribe en Menosprecio. Cierto. En cambio, en la aldea «no hay letrados que nos pelen ni médicos que nos maten». Además, en esta puedes pasear «con los pulgares en la cinta o vueltas las manos atrás». Amén. Hoy el obispo quizá escribiría: «Como dijo Aristóteles a Paquita Rico… tres cosas hay en la vida/ salud, dinero y amor?». No cabe rectificación, ¿acaso hay más? Ya sabemos todos que a quien se lo espetó fue a Rafael.

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