Diario de León

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El pasado sábado fue el Día Internacional de la Felicidad. Me dije: «La llamo y la felicito», pero he perdido el número de su móvil. Entonces, llamé a Víctor Raúl López Ruiz, autoridad en tal sentimiento. Este catedrático reconocido de Economía Aplicada, en la Universidad de Castilla-La Mancha, publica anualmente una radiografía estadística de la felicidad de los españoles, con el Observatorio de Intangibles y Calidad de Vida. Sus conclusiones tienen gran repercusión en los medios, y ahora más en tiempos de pandemia. Un ejemplo de rigor académico y de claridad para el profano en estadística. Él mismo sufrió la covid, durante semanas. Me interesé por saber qué fue lo peor y no dudó: «el miedo». El suyo no tanto a la desaparición física, sino a la tristeza que hubiera provocado a sus seres queridos. Un matiz este importante. Con perdón de Sartre, la felicidad son los otros en ti, y tú en ellos. López Ruiz es hombre de gran valentía, capaz de meterse en proyectos que a priori no tienen que ver con su disciplina académica y salir victorioso, como ese congreso cervantista que organiza en Quero, que fue donde nos conocimos y en el que me invitó a presentar una ponencia sobre humor cervantino. En nuestra conversación telefónica le conté que en mi Entrevista a Cervantes le pregunto al escritor, interpretado por Ángeles Rodríguez: «¿Entonces, pese a tantos sinsabores fue usted feliz?». Me corrige don Miguel: «La pregunta no es esa». Quedo desconcertado: «Entonces, ¿cuál es?». Y él: «A pesar de todos mis sinsabores… ¿hice feliz a los demás?».

Felicidad, ¿recibiste muchas felicitaciones en tu día internacional o, ay, te sentiste olvidada? En estos tiempos tristes, hace lo que puede.

El pasado sábado el ILC llevó la Entrevista a Bercianos del Real Camino. Ya en casa, sentí un destello de felicidad. ¿Fue mera satisfacción del deber cumplido, o porque en su día internacional quiso manifestárseme? Lo ignoro, pero su repentina presencia me permitió felicitarla. «¿Se queda a cenar con nosotros?», la pregunté. «No, marcho, aún tengo visitas que hacer», se disculpó. «Marcho… esa expresión… ¿No será usted de aquí?». Pero ya había hecho mutis. Sí, ella hace lo que puede. O sea, lo que la dejamos.

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