Diario de León

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No siempre este juglar de columnas tiene la oportunidad de conversar en serio sobre la risa. Javier Huerta Calvo lleva años estudiándola, especialmente la del Siglo de Oro. Con raíces en la astorgana Brazuelo, el presidente de la Asociación Amigos de la Casa Panero es un prestigioso catedrático de Literatura Española investigador de lo risible, en la Universidad Complutense. El jueves hablará de De Cervantes a García Lorca, en las jornadas cervantinas de Sofcaple, en la Biblioteca Pública, a las 19 horas. Ha editado el teatro del granadino y, por tanto, su visión ha de tener enorme interés. Cervantes triunfó en la prosa, pero llevaba el veneno de la poesía y de la farándula. Con el Quijote creó una forma superior de humor, liberada de la mera mofa. Hace días llamé a Huerta Calvo y conversamos un rato. Admirables sus textos Memoria breve de la risa y Los espejos de la burla . Lleva años criticando el empobrecimiento que conlleva lo políticamente correcto, aunque no aboga por un transgredir por transgredir, sino por el regreso a un creatividad desinhibida y lucida, en la que el Siglo de Oro fue libro abierto. Ahora la lista de sacrilegios posibles se extiende a lo político, a lo sexual, a lo cultural, a lo histórico, a los nacionalismos… uf, demasiados. Cómo me reí al leerle a don Javier que en una mojiganga de 1638 aparece un Caballero de la Ardiente Legumbre. Cervantes no fue políticamente correcto con los poderes literarios de su tiempo, y le hicieron un Avellaneda . Él y Lorca fueron por libre porque lo eran.

Hoy el humor de León es negro, en duelo por el gran Lolo y en homenaje a su color de ropa preferido, quizá el único. Lo traté poco pero le conocí hace mucho, cuando él colaboraba con este periódico. Inventó el cazurrogag o humor leonesista, que cada vez dibujaba con más maestría. Otro libre. Le mando un abrazo a su familia y otro a La Nueva Crónica.

Se me olvidó preguntarle a Huerta Calvo por dónde orientará su conferencia del jueves, de tan extensa geografía literaria. Bergamín le dijo a Lorca cuando se lo encontró en una estación: «Estarás contento, Federico, por tu obra está pasando todo Madrid», y él le contestó: « Sí, ya, pero de uno en uno». Ah, el duende del humor.

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