Diario de León

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Me llama la atención que haya tantos médicos con sentido del humor. Durante años creí que era su forma de autoprotegerse del sufrimiento de los pacientes, hasta que comprendí que también hay otra explicación más elevada: forma parte de la cura de esos sufrimientos. José Pedro Fernández es uno de los médicos con mejor sentido del humor que conozco. La Justicia acaba de sentenciar que debe ser readmitido como gerente de Atención Primaria. Veremos qué ocurre, pues puede recurrirse. Ha sido una larga y tensa espera para él, en la que nunca le he visto perder su optimismo innato. En entrevista radiofónica acaba de admitir que le gusta la política sanitaria, pero también la otra. «¡Pues hay que tener humor!», se le dirá. Sí, pero el suyo es sano. Durante este interín ha pasado por el quirófano, lo cuenta con gracia y sin amargura. No entiendo nada de derecho del Trabajo, para mí un trienio es eso que el guardia civil lleva en la cabeza. Tampoco entiendo de medicina, el esternocleidomastoideo me suena a bestia prehistórica. Pero muy mal juglar de columnas sería ni no diferenciara enseguida a un excelente profesional y que además es un gran tipo. Las redes más eficaces para protegerte en una caída son tener un trabajo al que regresar y una conciencia tranquila. Fernández tiene ambas, más otra más: su capacidad para generar afecto. Y ese sano humor de niño travieso e inocente.

Semanas atrás, tres días antes de someterme a una intervención de cataratas sufrí un jamacuco lumbar. El abuelo Cebolleta andaba más recto. Mientras me preparaban el ojo entró otro médico en la sala de espera al quirófano y exclamó a las enfermeras: «¡Qué estrés, mejor operarse que operar! ¡Ay, señor, llévame pronto!». Me hizo reír. Tras una mampara preparó a su próxima paciente: «Va a notar un pinchacico». Ella no dijo ¡ay!, luego no le dolió. El humor formaba parte de la cura. A mi propia cirujana le dije: «He escrito que si paso a ser del Barça en vez del Madrid será culpa suya no mía». Se sonrió. El lumbago no termina de irse, pero ya veo fenomenal. Gracias.

Aquí estoy, de nuevo, algo torcido pero contento. Sí, el buen humor siempre forma parte de nuestras curas, el que recibimos y el que damos. Ay, la vida.

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