Diario de León

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Ya he empezado a seleccionar lecturas de verano. Aquí va una de ellas, o mejor tres, pues son tres libros: Personas y personajes del Quijote (Biblioteca Añil), de Francisco Javier Escudero. Semanas atrás les escribía que toda actividad intelectual rigurosa debe ser revisionista en su punto de partida. Luego, las conclusiones pueden serlo o no. En fin, no siempre un axioma es para siempre. Esto también es así para el cervantismo, el más internacional de nuestros géneros nacionales. Escudero mantiene que al menos una treintena de personajes del Quijote estuvieron inspirados en situaciones reales, así como en hombres y mujeres de La Mancha, que pasaron al libro con sus nombres y apellidos. Pero no ha desempolvado la teoría de los modelos vivos. Este reputado archivero no defiende que Cervantes plasmara retratos exactos, ni que los hubiera tratado, sino que supo ver y escuchar anécdotas reales, contadas en fondas y en reuniones al calor de la lumbre, y que luego convirtió en ficción. Pasó el espejo a lo largo del camino manchego, pero lo finalmente reflejado es suyo. La realidad le inspiró, pero no le determinó. También nuestro pellejero Genarín existió, pero existe aún más a partir de que fue ficcionado por una cofradía gamberra. Escudero ha encontrado en documentación de procesos el rastro de hidalgos manchegos que sacaban del trastero la armadura del bisabuelo y se pasearon vestidos de caballeros andantes, tras pagar a criados para que les hiciesen de escuderos, hasta hubo quien atacó con su lanza a los molinos… ¿Les suena? Y existió un Juan Haldudo, coincidente con el canalla que en el libro azota a un mozo. Casi nada bajo el sol de la condición humana.

Conque, don Francisco, si este verano en su gira de presentaciones del libro se queda sin dinero en una fonda, hágame caso, pregunte por el gran Juan Palomeque. Alguno habrá cerca cerca, seguro.

Quizá algún día los leoneses terminamos también inspirando una gran novela colectiva. Aquí tenemos mucho calentamiento medieval. Y buena gente. Con un puñadín de usted y otro de su vecino, con dos muslos de pícara Justina y una costilla mía, bien ficcionados, puede salir un personaje. Ah, la literatura. Ah, la vida. Ah, mi querido cervantismo.

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