Diario de León

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D ecíamos ayer. .. Otro año más, toca columna navideña y no por deber sino por convicción. La Navidad como celebración tiene dos pilares, a mayores del propiamente religioso: la inocencia de los niños y el amor a los mayores. Pero esto sería muy poco sin la fraternidad con los pobres, un territorio mucho más amplio que la mendicidad. De nuevo, tuve la suerte de ser invitado a decir unas palabras en la gala de recogida de alimentos, organizada por la Asociación Leonesa de la Caridad. Además, ¿cómo negarle algo a nuestro querido Paco Fergar Mella? Hablé sobre ciertos prejuicios injustos hacia el término caridad, pues si es jerárquica o autocomplaciente ya no es caridad; por supuesto, su rival no es la justicia social sino la indiferencia. En fin, vivimos rodeados de pobreza visible, pero también de la invisible. Necesitamos dar amor y recibirlo, pero a lo largo de toda nuestra vida. Minutos antes de comenzar el acto, asistí al ensayo que Gus León hizo de una de las canciones que iba a interpretar: Yo vengo a ofrecer mi corazón, de Fito Páez, versionada por Mercedes Sosa o Pablo Milanés. Y él nos trajo la ofrenda de su voz, de gran dominio técnico y de inmensa emoción, maravillosamente acompañado por Javier Martín a la guitarra. Dice la letra «¿Quién dijo que ya está todo perdido?/ Yo vengo a ofrecer mi corazón/ (…) Luna de pobres, siempre abierta/ Yo vengo a ofrecer mi corazón». Conversé unos minutos con Marta Redondo, Eugenio Marcos Oteruelo y Antonio Merayo quienes ofrecieron cada el suyo, mediante el latido de su creatividad. Escuché con mucha atención las reflexiones de Ramiro Pinto, activista social y pionero del ecologismo, a quien solo es posible etiquetar de «bueno».

Aunque tengo retoño, nacido en la Navidad de 1991, en estos días me llegan a casa dos: este de carne y hueso, más otro de papel. «A menudo, los hijos se nos parecen», cantaba Serrat. Los unos y los otros. Ufff, mejor a la madre.

Gus León bordó la composición de Páez, muy bella tanto en la melodía como en la letra. «Y te daré algo/ y me darás todo/ Algo que me alivie un poco más». Quizá, de alguna forma misteriosa, toda gran canción es villancico. En definitiva, susurro del corazón. Feliz Navidad, querido lector.

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