Diario de León

Creado:

Actualizado:

Éramos pocos y parió el lenguaje: madrileñofobia. ¿Consiste en sentir pánico a que en un cocido te sirvan primero la sopa? No, en temer que los turistas de Madrid te contagien el coronavirus. Como es sabido, las fobias son miedos desproporcionados que producen conductas desproporcionadas. Se empieza coreando madrileños go home y se termina manteando a todo madridista.

Pero no todas nuestras aprensiones son fobias. A mí me angustia pensar que la canción del verano pueda ser aún más horrible que la del año anterior y eso no me convierte en fóbico, lo sería si no puedo estar donde haya un transistor. Es lógica cierta cautela hacia quienes vengan de territorios con alta incidencia de coronavirus, pero esta no debe convertirse en desbarre inquisitorial. En su día, la plena circulación entre zonas habrá de llevarla a cabo cumpliendo a rajatabla las directrices sanitarias, pues el fin del estado de alarma no significa el fin de la pandemia, ni de restricciones.

No habrá vacaciones convencionales, la suerte es poderlas disfrutar. En lo que a mí respecta: «madrileños/ os recibimos con alegría». Pero a su debido tiempo, con mascarilla y distancia. Paciencia, ya nos podremos marcar un chotis. Se trata de sumar prudencias, sin restar hospitalidad. Cautela de dos direcciones. No soy de los de a mí no me tose nadie, pero si ha de toserme me fastidia igual que sea de aquí o de allá. No quiero ser contagiado, ni contagiar. Bastante se sufre con los miedos fundados como para sufrir además con los infundados. Nunca debe ofenderse al turista, ni con la mirada. Sean bienvenidos, si se puede y cumplen/cumplimos..

En Estados Unidos, a algunos les ha dado por la colonfobia y derriban o retiran las esculturas del gran navegante. Colón go home, gritan. Ya es tarde, está muerto. Si nuestras carabelas no hubiesen partido la Historia habría sido muy distinta, pero nadie puede garantizar que mejor.

Patatas Blas ha vuelto a abrir. «Volveré», anunció MacArthur al abandonar Filipinas. Y volvió. Volveré, me dije. Y he vuelto a degustar su oro amarillo. «Por cierto, Aguirre ¿usted no es madrileño?», dirá algún listillo. Sí, pero ya más leonés que el topo de la Catedral, al que nadie le preguntó jamás de dónde era.

tracking