Diario de León

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Toquemos madera para que la ultraderecha no gane en Francia la segunda vuelta en las elecciones. «Yo le he puesto una vela a San Judas Tadeo», me apunta el ectoplasma de Louis de Funes, uno de los actores cómicos que más me hizo reír de chaval. Muy bien, todo suma, pero mejor póngale una docena, más vale pasarse que quedarse corto. Esperemos que Le Pen tenga su Waterloo electoral, una derrota rotunda y en la medida del peligro que hubiese supuesto su victoria. No se nos despiste, pues, San Judas Tadeo. No se trata del problema de un país vecino, lo es de toda Europa, una sombra nos amenaza. Y la máquina de lanzar consignas está ya en marcha. Días atrás, publiqué en las redes una reflexión contra el peligro que para España y Europa supone la extrema derecha. Pues bien, hubo dos comentarios contrarios que me llamaron la atención por venir de exconcejales del PP, ambos negaban no ya tal peligro sino de que haya algo a lo que quepa llamar extrema derecha. Pero una de las aportaciones del PP a la democracia ha sido el centrismo, territorio amplio donde pueden caber moderaciones de distinto matiz, y la ultraderecha no es moderada bajo ninguna vara de medir posible. Tampoco es conservadora, ni neoliberal, ni cristiana —pues odian—. Aquí es donde la cofradía de la consigna clama al unísono: «¡Y la extrema izquierda?». Tampoco conviene votarla, las oscuridades se tocan.

¿Cómo se ha llegado a esta preocupante situación? Derecha e izquierda deberían reflexionar sobre ello. Muchos no nos creímos lo del final de la Historia, pero sí que Europa no volvería a conocer amenazas totalitaristas. Qué ingenuidad la nuestra. Pero a la oscuridad aún se la puede ganar en las urnas. Ojalá este domingo la ciudad de las luces sea una fiesta de la democracia. Pongamos, pues, también nosotros una vela a San Judas Tadeo, patrono de las causas imposibles…al menos, para nosotros. Mejor una docena, por si acaso. Y que el cielo no se desplome sobre nuestra cabezas, que diría Abraracúrcix.

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