Diario de León

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Todos cantamos en la ducha Hola, amor yo soy tu lobo o Tú lo que quieres es que me coma el tigre , pero encontrártelos por la calle no apetece. Pues con los osos pasa lo mismo. Nos gustan, pero cada uno en su casa y Dios en la de todos. La Junta acaba de activar un teléfono al que llamar si ves un plantígrado en zona urbana o periurbana. Vale, cuenten con mi llamada, pero la segunda sería a mi mujer para advertirle que no me espere a cenar. Y la tercera, al cielo para que sí me esperen. Ver un oso por la calle, pongamos que por Ordoño, son palabras mayores. Ya lo has visto, te tiene a un zarpazo, marcas el número e intentas ser conciso, ¿te entenderán si les dices: «uf, uf, grur grurr, grurr, grande no lo siguiente?». El miedo nos confunde. Cuando la fiera ya estuviera olisqueándote es cuando te acuerdas del árbol genealógico de aquel amigo que ayer mismo te aseguraba: «Si tienes delante un animal salvaje lo importante es que no huela tu miedo». Ya, en esto uno hace lo que puede. Y Tarzán, de vacaciones. Mientras, entre que llega y no llega la Junta a salvarte, intentas la vía diplomática con el animalito: «Soy madrileño como usted, campeones, campeones, oe oe oe». También sería mala pata que te fuese a tocar el único oso culé. Por otra parte, es innegable que exclamar «¡anda la osa, un oso!» tiene esa chispa que encanta a los del Ágora de la Poesía, pues aún así. Mejor toparte con un pingüino, aunque rime con cebollino.

Según informan, una vez has llamado «darán traslado al personal especializado que a la mayor brevedad atenderá la situación para monitorizar y, en su caso, aplicar medidas aversivas». En algunas situaciones, un santiamén es mucho, pues estos bichos son de bocado rápido y de digestión lenta. Mis huesos que se los den a mi mujer para hacerse un camafeo.

Lo que no debes hacer nunca es gritar como si te acabase de llegar el recibo de la luz. Acoquinado, pero con decoro. Le puedes decir: «Pues según el ministro Garzón hay que comer menos carne». A lo mejor cuela. Claro que también el oso puede contestarte: «Un buen chuletón al punto es para mí imbatible». Entonces, date por comido. Pero no por ello la vida iba a dejar de ser bella, y a ti te encontré en la calle.

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