Diario de León

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Mi amigo Eduardo Segura no participó en la batalla del Somme, como Tolkien, pero lleva años luchando para que este reciba la consideración que merece. En su caso se trata de mucho más que pedir honores para quien nos regaló El señor de los Anillos. Lo suyo es advertir: «¡Os lo estáis perdiendo!». Y a quienes ya lo conocen: «Leedlo con el corazón y os enriquecerá más». El domingo estuvimos charlando por teléfono. En su nueva obra, J. R. Tolkien. Historia, Leyenda, Mito (Legendaria), ejemplo de saber y de hondura, este filólogo vallisoletano y profesor de la Universidad de Granada reúne sus artículos y conferencias sobre el maestro de Oxford. Necesitamos libros así. Como dijo Tolkien, escritos con la propia sangre. Aunque a Segura no le gusta hablar de ello, participó en el equipo de asesores para el guion de la película de Jackson. «Algunos correos electrónicos», me ironiza y pasamos a otro tema. Las últimas líneas del capítulo que cierra su libro contienen una convicción acerca de las adaptaciones al cine. Se pregunta si una adaptación es «necesaria», independientemente del éxito evidente logrado. Y escribe: «cualquier obra creativa realizada e influenciada, al menos en parte, por intenciones comerciales, deja de ser arte verdadero». Cierto. Por ello, a veces es tan difícil diferenciar —en términos espirituales, al menos— el éxito del fracaso. ¿Verdad, querido Frodo? Hoy, cuando hay indicios de que algo puede estar reptando de nuevo en Mordor o en los mordores, necesitamos hobbits. Y un Gandalf. Y esperanza. Y Humanidades que realmente lo sean. ¿Alguien se creyó de verdad lo del final de la Historia?

El señor de los anillos nos habla de valores ancestrales enriquecidos por una visión católica —la de Tolkien— de la Caída y de la Gracia, aunque en sus páginas no aparezcan iglesias, ni proselitismo alguno. Su imaginarium sí era necesario y lo sigue siendo, como el tablero al náufrago. He llenado con subrayados el libro de Segura.

Antes de despedirnos, le digo que algún día le contaré como Frodo iluminó mi corazón. Es la primera vez que menciono esto y no se me toma por loco. Si eres tolkieniano o escritor —quizá, ambas cosas— corre a por este gran libro, también tú lo subrayarás.

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