Diario de León

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Calculemos. ¿Cuántas conferencias puede ya haber dado Juan Matas, catedrático de Literatura Española y decano de nuestra Facultad de Letras? Muchas. Pero pocas como la del pasado jueves, en la que habló a los internos del Centro Penitenciario de Villahierro, acerca de La libertad en el Quijote de Miguel de Cervantes . Sancho, siempre pragmático, le habría advertido que abordar allí ese tema sería como mencionar la soga en casa del ahorcado…, pero no fue así, él mismo me lo ha confirmado. La actividad, dentro de un ciclo de la Universidad, resultó emocionante para los 140 hombres y mujeres asistentes, pero también para él. Y sí… ni sogas, ni ahorcados. ¿En qué lugar mejor para hablar de libertad que entre los privados de ella? Los galeotes que liberó el caballero andante no habían leído el Quijote, quien sí lo hizo en prisión fue el Lute, y Cervantes sigue aún a su lado. De Eleuterio Sánchez y de sus lecturas cervantinas les habló como ejemplo de superación. Contestó preguntas muy interesantes, entre ellas la de un interno que llevaba en sus manos un ejemplar de la novela. En un aparte, Matas le confesó que tuvo sus dudas sobre si no sería entendido como una provocación hablarles a ellos de la utopía de la libertad, a lo que este le argumentó que cuando despertamos de esta solo nos queda morir, como le pasó al caballero andante. Ni soga, ni ahorcados… solo luz cervantina.

Sin duda, ahora, en un sótano de Ucrania alguien está leyendo la obra maestra de Cervantes, y se siente iluminado en la oscuridad del horror. La respuesta a por qué tantos ucranianos hablan tan bien español es, entre otras razones, que existe un estupendo departamento universitario de filología hispánica, cuyos profesores están colaborando de traductores con la prensa y con quienes traen ayuda humanitaria procedente de nuestro país. Nuestro Siglo de Oro no es pasado obsoleto, sino presente vivo. Las Humanidades tienen mucho que darnos.

El decano de Filosofía y Letras se siente agradecido por haber hablado del Quijote a los internos, esa tarde la palabra libertad sonó aún más bella. Pero no, no fue como mencionar la soga en casa del ahorcado. Al contrario, un acierto noble y feliz. Pueden llamarlo cervantino.

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