No somos moscas

A veces, combatir es la única respuesta si te atacan. Los ucranianos no podrán detener a golpe de Give peace a chance, el himno pacifista de Lennon, la destrucción de su patria. Y nos piden que tampoco nosotros creamos que es posible hacerlo. Algunas fieras no pueden ser amansadas con música. Putin ve a los ucranianos como moscas a las que puede matar o apartar de un manotazo. A ellos, a los europeos… y a cualquier ruso que le critique. Solo hay un atacante: él. Y solo un atacado: el pueblo ucraniano. Resulta curioso que Unidas Podemos y ERC estén contra aumentar el gasto en defensa, con el argumento de preferir que este se destine a Educación, Sanidad y Servicios Sociales… pues claro, cualquiera estaría de acuerdo con eso …pero no en todas las circunstancias. Existe un único enemigo, y lo es porque quiere serlo. Casi todos deseamos un mundo en paz, pero conviene recordar que Hitler se benefició de la buena fe de las democracias y de sus temores a volver a sufrir otra Gran Guerra. La que siguió fue aún peor que esta. Sin duda, los bancos deberían haber estado cerrados desde siempre a los oligarcas. Sin duda, hay a quienes los conflictos bélicos les enriquecen, con negocios legales o con los ilegales. ¿Quién puede dudar que no hemos construido aún el mejor de los mundos posibles? Aquí, el portavoz de Ayuso se pregunta dónde están los pobres de Madrid que ella no los ve. Lo dijo el gran Duke Ellington: «Si te lo tengo que explicar, nunca lo sabrás». Tampoco ellos son moscas.

Los españoles nos sentimos hoy hermanados a Ucrania, a personas cuyo nombre ni siquiera sabemos. Nos basta con visualizarlas como prójimo. Ojalá, Putin fuera de la clase de ególatras a los que se les puede convencer invitándolos a café, no lo es. Seguirá con invasiones, pero siempre hay un momento en el que el futuro puede evitarse. A veces, toca luchar por la paz. Como ahora.

De crío quedé fascinado por una inscripción en una tablilla, creo que sumeria: «Todo hombre tiene el deber de salvar al mundo». Quizá quien lo escribió se refería solo al suyo. Sea como sea, es un pensamiento sabio y sigue siendo cierto. Somos seres humanos, no moscas. Y sí, paz es una bella palabra en todas las lenguas, incluidas las extinguidas.