Diario de León

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Precisamente, hace días me pregunté cómo estará el Papa, quiero decir cómo estará cuando se queda a solas, cuando mira por la ventana de su cuarto y los nubarrones anuncian otra tormenta. Los seres humanos somos una comunidad de vecinos difícil. Quien no se deja abierto el grifo, pone muy alta la música. Y adrede. Somos de mantenimiento complicado. Y santo padre solo hay uno. El emérito reza por él en su garita, pero ya no está para hacerle guardias. Pesada carga la del buen Francisco. Si alguien me preguntara con quién me gustaría salir de copas diría que con él. Por supuesto, en terraza, con mascarilla y respetando la distancia. No es la mejor época para hacerlo, pero se haría lo que se puede. Solo soy un vecino pecador más, bebo mosto y a eso de las diez empiezo a dar cabezadas. Ahora bien, me sé dos o tres chistes de humor blanco, tengo a Chesterton en un lugar destacado de mi biblioteca… y de crío viví unos meses en Buenos Aires, donde veía una serie llamada Jacinta Pichimahuida, una maestra que no se olvida. Ahora, las palabras del pontífice —en un documental— a favor del reconocimiento legal a las uniones entre homosexuales, «porque tienen derecho a estar en una familia», han tenido un gran impacto. Cuánta paz habrán causado las mismas en las familias con hijos homosexuales, pese a no ser algo novedoso en el discurso papal. No obstante, hay creyentes que lo consideran una concesión al relativismo moral. Al contrario, son otra vela encendida. Se le está llamando «anticristo» y «hereje». Ya señalé que los seres humanos somos una comunidad de vecinos difícililla, algunos hasta se dejan abierta aposta la puerta del ascensor. Ánimo, santo padre. Son los menos.

Y sí, me pregunto cómo estará el Papa cuando se queda a solas, en zapatillas. Entre rezo y rezo. Pero nadie, y menos Él, pudo decirle que esto nuestro iba a ser fácil. A veces, el vecino del décimo pellizca al perro para que ladre por la noche.

Ya tenemos nuevo obispo: Luis Ángel de las Heras. Segoviano, trabajó —entre otros cometidos— en parroquias de Puentes de Vallecas, conoce bien el problema de los jóvenes en riesgo de exclusión. Bienvenido, monseñor. Somos una escalera con nuestras cosillas, pero buena gente.

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