Diario de León

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Un poco fanatizado está el ambiente. «¡Libertad!», gritan algunos. Pero este confinamiento no es prisión, sino trinchera protectora. En España hoy, no hay más grilletes que los mentales. ¿Libre, libre quiero ser, como cantaban Los Chichos? Ya lo éramos, lo somos y lo seguiremos siendo. De lo que se trata de serlo más y mejor. A Santiago Segura lo están vapuleando en las redes por decir que sobra crispación, a derecha y a izquierda. Si llega a decir que falta, lo mantean como a Sancho. A la política actual le sobra odio. También a los medios, aunque a algunos más que a otros. Unamuno, poco antes de morir habló de que a España la estaban desangrando y entonteciendo «los hunos y los hotros». En otra columna se lo cuento. Julio Llamazares daba en la diana en un reciente artículo en  El País : «¿Por qué lo llaman libertad cuando quieren decir poder?». Exacto. ¿Por qué algunos llaman tocar el claxon a tocar las narices?

Y en mi profesión, no debemos perder la ecuanimidad, incluso en temas que nos indignan. Un insulto no es pensamiento. Pensar, en política y en periodismo, conlleva más que enlazar ideas: ser justo. Si a Hernández lo llamas Fernández es fácil corregirlo, pero ¿cómo arreglar la injuria o la maledicencia? La reputación no es un concepto trasnochado. O no debería estarlo.

En las  Novelas Ejemplares,  Cervantes nos informa de que sus cinco años y medio de cautiverio en Argel le enseñaron a «tener paciencia en la adversidades». No perdamos los nervios, ni la esperanza. Como decía mi madre: «Todo se contagia, menos la hermosura». Para salir de la crisis económica vamos a tener que contagiarnos optimismo.

En el bar leonés se picotea el periódico. Si uno estuviese físicamente en todos los bares en los que hay un Diario de León necesitaría semanas de 15 días y 500 noches. Ahora bien, como argumentaba nuestro director, Joaquín S. Torné, que nos lea usted allí es compatible con comprarnos en el quiosco, otro gran invento. A mí les dejo leerme en la silla del bar o en sofá del salón. Incluso, en la cama. Y, si no hay más remedio, hasta en el cuarto baño, en este caso «lo que ocurre en Las Vegas, queda en Las Vegas». Gracias lectores, gracias Diario. Gracias bares, gracias quioscos.

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