Diario de León

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Los culés leoneses están que echan humo. Toda la prensa, entre ella Sport y Mundo deportivo, ha coincidido en llamar “humillación” al 2-8 del Barça-Bayern. No pretendo meter el dedo en la llaga azulgrana, pero tampoco me resisto a un toque de meñique. Con los leoneses César y Calo no les hubiese pasado. A mí llamarlo “humillación” me parece excesivo, tampoco es tan grave que te haya goleado un equipo con nombre de aspirina. Además, ocho es un número bonito, parece un muñeco de nieve. No me estoy alegrando del mal ajeno, sonreírse no es reírse. “Ya, Aguirre, pero es que esa sonrisa suya es de oreja a o reja”, me reprochará el lector culé. Me sale así, sin acritud. No seamos susceptibles, ni vivamos todo como si fuese el final de La venganza de don Mendo. Mi mujer es culé y el domingo la propuse ver Los malditos ocho, de Tarantino. Se negó en rotundo, por entender que mi elección iba con segundas. En su lugar, vimos Los siete magníficos, y todo iba bien hasta que se me ocurrió decir: “A estos gachós les hubiese venido de perlas otro magnífico más”. Lo consideró retintín. Menos mal que me callé mi viejo gag, ese que vengo repitiendo desde que nos conocemos: “Ser leonés y del Barça es tan raro como haber nacido en La Bañeza y apellidarse Smith”. Finalmente, vimos una de 007 pero no dejó de mirarme de soslayo, por si acaso. Esto del humor conyugal también tiene sus momentos. Ahora ya ha escampado y puedo decir de nuevo: “Son las nueve, una hora menos en Canarias”, sin que suene a provocación. Ah, el amor doméstico, ese Espasa sobre lo que de verdad importa.

¿El fútbol? La que sabe es mi mujer. Este juglar de columnas solo intenta pescar sonrisas en la oscuridad. Casi nunca pican, pero si lo hacen luego se las ofrezco a ustedes, porque aún creo que este país, tan golpeado, puede salvarse a través del amor, del humor y del milagro. Rubrico las palabras de Mark Twain: “La fuente oculta del humor no es la alegría, sino la preocupación”. Todos vivimos preocupados. No soy optimista, pero soy católico y tengo esperanza,

El fútbol es solo deporte, en las victorias y en las derrotas. En fin, ¿quién se acuerda ya del puñetero 2-8, salvo mil millones de aficionados al mismo en todo el planeta?

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