Diario de León

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Lo admito, mi vida noctámbula se va a resentir poco con el toque de queda. A eso de las 21,30 horas se me escapa el primer bostezo. Y ya no dejan de escapárseme hasta una hora después en que apago la luz. O más exactamente, ella me apaga a mí. Caigo, como lo hizo el Barça ante en el Madrid. Soy diurno, la última persona a la que el conde Drácula invitaría a salir de noche. Y me gustan mucho los bares, sobre todos los de mi barrio, donde me llaman por mi nombre. Lamento el daño que la pandemia —que no el Gobierno central, el autonómico o el municipal— está haciendo a la economía del sector, tan importante para canalizar nuestra extraversión. La hostelería debe ser ayudada, compensada y comprendida. Pero el toque de queda no es opcional, sino un deber. Para el diurno y para el nocturno. Para el bueno, el feo y el malo. Kiko Rivera confesaba en la televisión que estaba de bajón porque con la pandemia ya no hace bolos ni puede llevar su vida de Tom Jones, y en ello justifica que a veces mandé whatsApp picarones a su diccionario enciclopédico de exachuchadas. Entiendo su nostalgia de la noche y del «Tócala, de nuevo Sam», pero ahora toca no tocar. Cada mochuelo, a su olivo. Su madre al escucharlo ha dicho: «Yo por mis hijos mato no, lo siguiente». La tonadillera no especifica más, pero —ay— debe de doler. Solo se me ocurre que la casquería resultante la utilizaría para su pollo a la Pantoja. ¿No será más sano inculcar al chaval (Sevilla, 1984) que por la noche no abuse del picante? O hacerse un nudo, claro.

Ah, nuestra tan querida hostelería. No he visto a ningún camarero o camarera sin mascarilla. El problema está, pues, en ciertos clientes. Aplíqueseles un reservado el derecho de admisión, siempre será mejor que la garrota o los perros. La mascarilla es obligatoria llevarla puesta también en la terraza. Va usted a beber, se la baja y después vuelve a subírsela. Y al picar la tapa, igual. Ayudemos a ser ayudados.

La primera noche del toque de queda en León, la policía detectó fiestas en casas y en locales, con más personas de las autorizadas y sin cumplir las normativas. Egoístas no, lo siguiente. Irresponsables no, lo siguiente. Cretinos tampoco, lo siguiente de lo siguiente.

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