Diario de León

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Cuánto me gustan Sara García y Pablo Álvarez, los jóvenes seleccionados por la Agencia Espacial Europea, me gustan por leoneses de origen humilde y porque su logro es resultado del estudio. Ella ha declarado que lo más importante para que te seleccionen es «ser gente maja», explicación que ya denota gran inteligencia. Fueron antes alumnos brillantes, en sus primeros estudios y luego en sus carreras universitarias. Felicitaciones, pues, también a los profesores que en León contribuyeron a que desarrollasen su potencial. Porque para subir al espacio no basta con ser apañadín, hay que estar muy preparado en casi todo. Un cohete tiene mucho botón, mucha lucecita. Vale, algunos somos torpes con todo lo que tenga manual de instrucciones. La semana pasada, presentar un documento al Ayuntamiento a través de su sede electrónica me supuso una tortura, solo aliviada por la funcionaria que me socorrió. ¡Cómo para ponerme en contacto con la Tierra desde un cohete! Nuestros astronautas no hubiesen tenido en mí un difícil rival en el proceso de selección, ni siquiera puedo escuchar completa Despacito . Uf. Sí, es lógico que los leoneses nos sintamos muy orgullosos del logro de nuestros paisanos, que —insisto— es consecuencia del mucho estudiar. Lo recalco pues tengo la sensación de que en nuestro sistema educativo tal verbo ya no se conjuga como antes. «Tenemos un hijo fiera y otro bestia, ¿cómo es posible si desayunan lo mismo?», se preguntan muchos padres. Quizá influye que a uno se le puso Aristóteles y a otro Bruto. A veces, el nombre predestina.

Ya lo he admitido en otras ocasiones: cuánto me habría gustado ser un niño empollón. Majete, pero empollón. Y no de huevos de codorniz, de avestruz para arriba. «Hijo, sal y juega al ajedrez con el señor Kaspárov»´. Te bajas de la cuna, y tras quitarte el chupete espetas: «¿Blitz, rápido, clásico?». Habría sido el primer niño astronauta. El fardón del recreo.

Viva el estudio, que hace posible cumplir los sueños; viva la docencia que contribuye a ello. No os desaniméis, jóvenes aún estudiantes, o ya graduados y sin empleo. Los asuntos de la tierra van despacio. Gracias, por vuestra ejemplaridad, Sara y Pablo. Sois terrícolas y leoneses, majos… pata negra.

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