Diario de León

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Este verano la lectura provocará menos agujetas, nos pilla entrenados. Si le gusta Woody Allen disfrutarán con su autobiografía: A propósito de nada. Estupenda. Como homenaje, he vuelto a ver Broadway Danny Rose (1984), en la que interpreta a un agente de artistas de variedades, entre otros a un bailarín de claqué con una sola pierna. Rose se vuelca con ellos, pero estos le abandonan al menor éxito. Por decoro, Allen no lo especifica en su autobiografía pero el personaje está inspirado en Jack Rollins, su primer mánager, quien había representado al cantante Harry Belafonte y al que asesoró para pasarse al calypso. Cuando empezó a vender cientos de miles discos se buscó otro representante. Al joven Allen le recomendó que dejara de escribir gags para otros y los interpretase él mismo. En agradecimiento, lo incluyó como productor ejecutivo en muchas de sus películas y le siguió pagando un sueldo toda su vida, tema no menor dado que vivió cien años. Seguro que esta historia le gustaría al gran crooner y trompetista leonés Javier Arias, quien mañana dará un concierto en el Palacín, a las 20.30 horas, dentro de las actividades del Ayuntamiento. Estará acompañado por The Hockerties, grupo resultante de sumar talentos artísticos, amistad y gamberrismo sano. Allí estaré con mi mascarilla, para que aquellos aplausos lejanos que le dimos cuando actuaba desde el balcón le suenen próximos.

Dicen que este va a ser un verano atípico. La verdad es que el año no es muy normalito. Leo que Corinna Larsen declaró a un fiscal suizo que los 64,8 millones de euros que nuestro Rey emérito la había ingresado fueron «un regalo». Un detallín, que decimos aquí. Lector, si su mujer ha leído la noticia ni se le ocurra despachar otra vez con un llavero de Talleres Bartolo el regalo de aniversario de boda. Ella se merece un desayuno con diamantes. Si Tiffany se le sale del presupuesto, entonces, cualquiera de los cedés de Javier Arias son joyas. Le harán quedar a usted como aquel romántico que fue en la noche de los tiempos.

Vaya, me ha vuelto a salir otra columna acerca de la lealtad/deslealtad. Será porque todos hemos representado alguna vez a un bailarín de claqué con una sola pierna y se nos dio a la fuga.

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