Diario de León

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En Elche, un crío de 15 años ha asesinado con una escopeta a sus padres y a su hermano pequeño. Le habían cortado la conexión a internet por suspender cinco asignaturas. No se conformó con un portazo. La edad importa aquí mucho, y no solo porque marca frontera entre la minoría de edad y el adulto responsable legal de sus actos. Si a sus 15 les quitas unos pocos años tienes ante ti un niño que cree en los reyes magos. Como debe ser, enseguida han entrado en funcionamiento los protocolos de protección del menor. Semanas atrás les escribía acerca de mi discrepancia con la afirmación de un escritor español que afirmaba que «el odio es un sentimiento más complejo y rico de matices que el amor». Sigo discrepando. Detrás de este monstruoso triple asesinato ni siquiera habrá materiales literarios para un microrrelato. Muy posiblemente, las únicas experiencias amargas que haya conocido sean burlas en el colegio y regañinas por no tener ordenado el cuarto, además de por esos cinco suspensos… Sin embargo, le irrumpió una furia vieja como el mundo. Hoy la psicología y la psiquiatría —también la fe— consiguen reconducir comportamientos ultraviolentos en menores. Ojalá este chico sea «recuperado» para la sociedad…. sí, pero ¿para cuál? Hay algo que los adultos sabemos y que él ahora aún ignora: nunca dejas de dialogar con tus padres. El diálogo ni siquiera lo interrumpe su muerte, lo intensifica. De ellos vienes, hacia ellos vas.

No hace tanto le cogían la mano para cruzar la calle. Y no hace tanto les llamaba cuando le daba miedo la oscuridad del cuarto. Si a sus 15 años le quitas cinco, te sale la edad del hermano al que ha asesinado. La sociedad no es culpable, pero tampoco del todo inocente. Algo estamos haciendo mal, nada nos permite intuir que mejoramos.

Una noticia así nos convierte a todos en el hombre que grita en el cuadro de Much, en Kurtz proclamando «el horror, el horror…». Pero no son estas las únicas verdades acerca del mundo. Existen también las verdades del amor, y si este crío aún lleva en su interior algunas de ellas solo las pudo haber aprendido de sus padres. Verdades aprendidas en casa. ¡Dios santo, con 15 años ni siquiera tiene edad para llevar consigo una vieja herida!

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