Diario de León

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Admitámoslo, todos en nuestro noviazgo nos marcamos algún un farol. El mío no fue de los que iluminarían las cuevas de Valporquero, pero farol fue. En mi primera conversación con Marta, a su pregunta de si me gustaba bailar contesté_ «¿A mí…? ¡Enseñé a bailar a Fred Astaire!». Y prometí que de casados iríamos a bailar a menudo, con orquesta o bajo la luna, en laboral o en festivo, que lo nuestro iba a ser como pertenecer a la orquesta de Glen Miller. Quizá exageré, pero la intención era buena. En fin, no soy bailón. Y ella me lo recuerda de vez en cuando, siete días a la semana desde hace treinta años. Le digo: «Dicen que tampoco Fred Astaire bailaba, que eran efectos especiales». Ah, el humor conyugal. Este sábado, a las 20,30 horas, en la Plaza de la Catedral, la concejalía de Evelia Fernández ha programado el regreso de Danzas del Mundo, que dirige Martín Castaño. «Hombre, Aguirre, qué buena ocasión para resolver lo de su farol…», se me dirá. Puede, quizá, ya veremos. Martín danza él y motiva a danzar, gran conocedor del secreto de los ritmos y de la poesía en movimiento. Además, es excelente coreógrafo y director de escena. En fin, un luchador de la cultura, con las únicas armas de su enorme talento y vocación. La pandemia ha impedido que en los dos últimos años pudiera celebrarse esta actividad participativa, que ya tiene la solera de dos décadas. Si no me da un calambre repentino o me secuestran extraterrestres, allí estaré, como mínimo para ver y aplaudir. Lo digo por ustedes, tampoco querría chafarles con mi danza de la lluvia su tarde. Allí estaré, como admirador del humanismo y de la humanidad de este leonés. Y esto no es farol.

Mientras escribo la columna me entra un correo de Martín con un vídeo del neocirujano, profesor en Harvard y académico Mario Alonso Puig, sobre los beneficios físicos y emocionales de la danza. Habrá que probar.

Feliz regreso, Danzas del Mundo. La tierra que baila unida aún puede tener esperanza. Y esto no es farol, sino una pequeña vela de verdad… en este mundo que quiere amar y reír, pese a las sombras que lo amenazan. Dancemos, para salvar a todos los Camelots amenazados. Ya no basta con cantar solo en la ducha. Y esto tampoco es farol.

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