Diario de León

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Hecha la concesión, hecha la maniobra. Hace unas semanas un Pedro Sánchez desbordado por la situación con miles de muertos, con las ucis desbordadas por nuevos infectados y con el primer hachazo de la crisis en pérdida de puestos de trabajo —casi un millón de parados más y otro medio aparcado bajo el paraguas de los Erte— pactó con Pablo Casado la creación de una comisión «para la Reconstrucción de España.» En definitiva, idear un plan de medidas económicas y sociales para hacer frente a la crisis que apareja la pandemia. Sánchez que de la mano de su consultor de cámara pretendía recrear los históricos Pactos de la Moncloa la aceptó a regañadientes porque políticamente estaba con el agua al cuello. Cedió y aceptó que fuera el Congreso el escenario de la comisión. Ese era el espíritu del acuerdo. Pero conocida la composición de la mencionada comisión ya podemos decir que Sánchez fiel a su trayectoria, ha ninguneado el acuerdo.

Sí los famosos pactos de La Moncloa que en 1977 con las medidas económicas y sociales aportadas por técnicos en las diferentes materias coordinados por el profesor Enrique Fuentes Quintana consiguieron sentar la bases para crear el clima político y social que permitió salir poco a poco de aquella crisis, la de ahora va a estar presidida por Patxi López auxiliado en la vicepresidencia por Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista, circunstancia que no permite alentar mucho optimismo respecto de los frutos de la comisión.

Tampoco el PP parece haber entendido que esta comisión —nacida para aportar medidas para trazar la hoja de ruta de la recuperación— no es el marco adecuado para investigar los errores cometidos por el Gobierno en la gestión de la epidemia. Lo propio, a mi modo de ver, sería desplazar esa tarea hacia otra comisión dejando que cada una actuara por separado. Al no hacerlo así nos condenan a lo de siempre: a un navajeo político en el que será la aritmética parlamentaria y no el interés de los españoles el que oriente los trabajos de la comisión. Mientras tanto, el virus seguirá matando y el número de parados seguirá aumentando. La deuda del Estado se acerca al 120% del PIB y apunta que serán necesarios veinte años para lograr el equilibrio presupuestario. La gripe china nos ha diezmado y empobrecido, tardaremos muchos años en recuperarnos, pero nuestros políticos parece que no se dan por enterados.

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