Diario de León

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Con Pedro Sánchez al timón oteando ya el horizonte de la Historia con mayúscula no transcurre día sin sobresalto o escándalo político. El último: los nombramientos de Juan Carlos Campo, ex ministro de Justicia, y de Laura Díez , ex alto cargo del Ministerio de la Presidencia, como magistrados del Tribunal Constitucional. En su etapa al frente de Justicia, Campo fue el bautista de la ley que desembocó en los indultos de los que se beneficiaron los nueve separatistas catalanes a quienes el Tribunal Supremo había condenado por sedición. Su obligada imparcialidad se verá complicada cuando el Tribunal Constitucional tenga que resolver los recursos presentados contra algunas de leyes como la que regula la Eutanasia, la Ley Celáa (Educación) o la de la Reforma Laboral. Y otras que en su día también fueron supervisadas por él, como la reforma de la Ley del Poder Judicial -también recurrida- que prohíbe al Consejo realizar nombramientos estando en funciones. Esta fue su última aportación durante su etapa al frente del Ministerio de Justicia, una vuelta de tuerca que retorcía la norma alejándose del sentido común.

Sorprende que un profesional del Derecho, magistrado de reconocido prestigio, haya aceptado semejante encomienda porque nadie mejor que él para conocer la intencionalidad política que apareja.

No faltan elementos de parecida y llamativa coincidencia en el nombramiento de Laura Díez aunque en su caso, más allá de su reciente paso como alto cargo de Ministerio de la Presidencia, será recordada su proximidad al PSC y su tarea como asesora de la Generalitat para la reforma del «Estatut» -con los gobiernos de Pujol y de Maragall-, reforma que el Partido Popular recurrió ante el Tribunal Constitucional; y que, posteriormente, en calidad de vicepresidenta, paso a formar parte del Consejo de Garantías Estatutarias de la citada Generalidad de Cataluña.

En el Senado, la semana pasada, Pedro Sánchez reprochaba a Núñez Feijóo que el PP, hace unos años, hubiera puesto a un militante al frente del TC porque eso —según su opinión— «era manipular las instituciones».

Sólo han pasado siete días y estamos donde estamos. Queda un año por delante de legislatura y está claro que como delatan estos nombramientos Pedro Sánchez ha decidido tirar por la calle del medio. Sin complejos. Habrá que estar atentos a ver qué dicen los zelotes sanchistas de los medios de comunicación que en su día estigmatizaron el nombramiento de Enrique Arnaldo para ocupar plaza en este mismo tribunal. De momento, callan.

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