Diario de León

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Hay otras palabras para decirlo, pero el principal problema de la derecha política española es la división. Es una ceguera de políticos que desconcierta a sus votantes. Ahora mismo el voto de las opciones conservadoras se reparte entre el PP, Vox y Ciudadanos. Sus respectivos dirigentes saben que por separado nunca conseguirán alcanzar mayoría parlamentaria suficiente como para desplazar del Gobierno a la suma de los partidos de izquierdas y nacionalistas que apoyaron la investidura presidencial de Pedro Sánchez. Se diría que se conforman con el relieve social político y mediático que les otorgan sus respectivas taifas. En la oposición no se vive tan mal; sin estar en el banco azul los políticos también tienen poder. Y a juzgar por las estrategias seguidas hasta la fecha tanto por Pablo Casado (PP) como por Santiago Abascal (Vox) y de manera un tanto contradictoria por Inés Arrimadas (Ciudadanos) han dado prácticamente por aplazada toda posibilidad de lograr la alternancia política.

El caso de Ciudadanos, es aparte. A su manera, al coquetear con el PSOE cuyos poderosa red de medios afines abren la puerta a olvidarse de la foto de Colón, Inés Arrimadas y Edmundo Bal están intentando salir de la irrelevancia parlamentaria a la que condenó al partido la hybris de Albert Rivera. Lo hace de manera contradictoria visto que Ciudadanos nació en Cataluña para combatir frontalmente a los independentistas y Sánchez ha renovado con ERC el compromiso de la Mesa para negociar la autodeterminación y a exigencias recientes de los separatistas también la amnistía para los condenados por el intento de golpe del 1 de octubre de 2017.

Ahora, Inés Arrimadas, como la rana de la fábula, está a punto de cruzar el río, de la mano del PSOE. Pero en la naturaleza de Sánchez está el olvidar sus promesas, así que el futuro de esa alianza que el presidente del Gobierno querría llevar hasta que le aprueben los Presupuestos, está cantado. Sánchez juega en tres pistas. Con Podemos en la pista central, con los separatistas a su izquierda y ahora con Ciudadanos a la derecha. En cuanto consiga sacar adelante los Presupuestos tendrá asegurada esta legislatura y, vista la división de las derechas, puede que también la siguiente. Porque de ahí procede su principal fortaleza: de la fragmentación de las fuerzas conservadoras que en la práctica aplaza sine die la alternancia política.

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