Diario de León

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El problema no es Pablo Iglesias y sus constantes embestidas contra el sistema democrático que garantiza nuestra Constitución. Quien ha creado el problema es Pedro Sánchez. Es él quien sostiene en el Gobierno a un personaje que no pierde ocasión para desacreditarse. No son de recibo unas declaraciones en las que asegura —en su condición de vicepresidente— que en España: «No hay plena normalidad política y democrática cuando los líderes de los partidos que gobiernan en Cataluña están uno en la cárcel y el otro en Bruselas». Es un desvarío que coincide con el del ministro ruso de AA.EE. que comparó el caso del disidente Alexei Navalni con los presos del «procés» y el huido Carles Puigdemont.

Que ante semejante dislate político que proyecta sombra sobre nuestro sistema democrático no haya sido destituido o cuando menos desautorizado por el presidente del Gobierno delata el elevado grado de servidumbre que está dispuesto a tragar Pedro Sánchez con tal de proteger su poltrona presidencial.

No hay precedente en el mundo occidental de que un miembro de un Gabinete ponga en duda el ordenamiento político de su país y no acompañe esa denuncia con la renuncia a su encomienda. Estamos ante un demagogo, un personaje que ha llegado a dónde está retorciendo el relato de la realidad. Antaño denunciando a la «casta» a la que se ha sumado con entusiasmo de nuevo rico y ahora, en vísperas de los comicios catalanes, intentando ganar simpatías entre los independentistas porque la franquicia de Podemos en Cataluña sale mal parada en las encuestas. El fantasma de otra debacle electoral como la que hundió a Podemos en Galicia y el País Vasco parece que le roba el sueño a Iglesias.

De ahí nacen estos disparates. Que no pueden archivarse sin más como ha intentado hacer la portavoz del Gobierno que ha venido a decir que en campaña se pueden decir burradas y no pasa nada. ¡Vaya que sí pasa¡ Entre sus varias obligaciones corresponde al Gobierno defender el buen nombre de España ante cualquier intento de deslegitimar el sistema democrático que respalda la Constitución.

Un observador extranjero que haya escuchado las desatinadas palabras del vicepresidente puede pensar que en España hay presos políticos. Pero cualquier ciudadano que no haya sucumbido a la cizaña separatista sabe que quienes fueron juzgados y condenados por el gravísimo delito de sedición tuvieron un juicio garantista. Tan garantista es la Justicia española que pese a no haber cumplido una cuarta parte de las penas y estando algunos de ellos inhabilitados se pasean por Cataluña participando en mítines políticos. Por eso hacen tanto daño unas declaraciones tan ponzoñosas. Pero la responsabilidad última es de Pedro Sánchez por no pararle los pies.

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