Diario de León

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La palabra escrita triunfa sobre el tiempo y el olvido. Escrito está que Inés Arrimadas, presidenta de Ciudadanos, en octubre tachaba de irresponsables a quienes alentaban mociones de censura y decía de ellos que tenían un problema moral. Cinco meses después, Cs ha desestabilizado el gobierno regional de Murcia del que forma parte activando una moción de censura contra su presidente. Moción que podría no prosperar.

Pero lo relevante es que Arrimadas se ha olvidado ya de sus palabras. Lo cierto es que ha cambiado de táctica y ha metido a Ciudadanos en una senda que ¡vaya por dónde! engrana con una estrategia global del PSOE diseñaba para intentar dinamitar los ejecutivos autonómicos en los que el PP gobierna con el apoyo de Cs. Amén del caso de Murcia, también en Madrid y en Castilla y León ya han presentado otras tantas mociones de censura. La reacción de la presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso convocando elecciones ha descolocado la maniobra en la capital, pero la intención era y es evidente. Que Arrimadas mire hacia otra parte lo único que describe es su fragilidad política. La inestabilidad que este proceso genera en el conjunto de la política nacional perjudica a todos porque seguimos en pandemia, la crisis económica se agrava al paso de los días porque no acaba de llegar la ayuda europea y la situación social es cada vez más angustiosa para seis millones de parados. Por no hablar del aumento de las colas del hambre.

La irresponsabilidad de los políticos que tienen sus vidas resueltas y solo pisan la calle cuando hay elecciones, les priva del conocimiento de las verdaderas necesidades de la gente. No es tiempo de mociones de censura —son irresponsables— como predicaba Arrimadas. Pero ella ha llevado a su partido a secundar la celada urdida por los estrategas de Pedro Sánchez y pagará en las urnas por prestarse a la maniobra. Está empujando a Ciudadanos al suicidio político.

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