Diario de León

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Pes señoras y señores, el curso político terminó —bueno, falta una comparecencia de Sánchez para explicar ‘su’ triunfo en la ‘cumbre’ de la UE— y, en mi opinión, el balance no justifica precisamente la tanda de aplausos con los que los diputados ‘culiparlantes’ obsequiaron este miércoles a sus líderes. Yo diría que este balance es más bien desastroso y solamente el haber salvado ‘in extremis’ esos ciento cuarenta mil millones de fondos de reconstrucción europeos, lo que ciertamente no es poco, nos libra de sumirnos en la desesperación más extrema. Pero ciertamente no es esto, no es esto: seguimos, en mi opinión, en una especie de caída libre. De caída democrática libre.

El hecho de que se hayan más que duplicado los contagios en las dos últimas semanas, coincidiendo con las juergas veraniegas, habla muy poco de nosotros, ciudadanía, y tampoco deja en buen lugar la gestión de la desescalada. Miles de turistas que, pese a todo, se había atrevido a venir a nuestro país, han cancelado a última hora sus pasajes y reservas, y el sector se halla al borde de la desesperación.

Y esto se produce en un clima político pestilente, perfectamente reflejado en los inanes acuerdos y majestuosos desacuerdos a los que llegó la rimbombante comisión parlamentaria de reconstrucción: la montaña parió un ratón y nuestras fuerzas políticas, tan ocupadas en volarse la cabeza unas a otras, no han sabido siquiera gestionar en buena armonía la buena noticia que supuso el desbloqueo de los fondos europeos.

Creo que si el Legislativo va como va, y el Judicial está atascado desde hace dos años, el Ejecutivo no presenta perfiles mucho más esperanzadores. Cada día es más patente la excéntrica presencia del líder de Podemos en ese Ejecutivo: Pablo Iglesias hace, cada vez que puede, profesión de su fe republicana y de su alineamiento en una izquierda que no aprobará los Presupuestos si también los apoyan los centristas de Ciudadanos. Todo ello, en un afán por disimular sus problemas internos. A este paso, llegará el momento en el que Pedro Sánchez tenga que elegir, y entonces esperemos alguna acción positiva por parte del Partido Popular, cuya ayuda será también muy necesaria no solo para sacar adelante, como sea, unos Presupuestos, sino hasta para sofocar las inevitables llamas que este otoño nos van a llegar desde Cataluña. Por lo pronto, el Parlament catalán ya ha pedido nada menos que la reprobación del rey Felipe VI y su abdicación; ahí queda eso.

Este es, a grandes rasgos, el panorama cuando el curso político concluye.Puede que me equivoque, claro, porque errar es fácil en medio de este desorden henchido de inseguridad jurídica y política, pero sospecho que esto, así, mucho tiempo no va a poder seguir. Y he de recordar que aquí quien lleva el timón y la nave a un pretendido buen puerto se llama Pedro Sánchez, el hombre que aún sigue liderando las encuestas de intención de voto. Pese a todo.

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