Diario de León

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La sociedad debe saber que la muerte de dos buenos periodistas es una pérdida relevante para todos. No se trata de una muestra de corporativismo entre nosotros, y menos en una profesión que en los últimos años ha sufrido que algunos medios de comunicación y periodistas hayan cometido el gravísimo error de entrar en la lucha partidista defendiendo de manera militante sus intereses y siguiendo los argumentarios de los diferentes partidos. No es el caso de David Beriain y Roberto Fraile. Seguro que tendrían sus ideas políticas pero el trabajo que realizaban correspondía con el concepto de periodismo sobre el terreno, ir a los lugares donde se produce la noticia, hablar con sus gentes, entender lo que está ocurriendo y por qué y después poder contarlo de la mejor manera posible. Estaban haciendo un documental sobre la caza furtiva en una zona peligrosa de Burkina Faso, encuadrada en el Sahel, una franja en el norte de Africa que va desde Mauritania hasta Somalia, incluyendo a Malí, Níger, Burkina Faso, Nigeria, Senegal y Chad. Una región donde actúan diversos grupos terroristas que pretenden controlar algunos de los países con Gobiernos e instituciones débiles, donde impera demasiada corrupción y los recursos para la población son bastante limitados.

La financiación de los grupos terroristas se nutre de todo tipo de tráficos ilegales como el de drogas, armas, medicamentos, seres humanos y también animales. Las mafias que trafican con todo pagan el peaje exigido por los terroristas que imponen su macabra influencia. El trato de los grupos terroristas hacia los periodistas cambió durante la guerra de Siria donde al principio el Daesh y otros grupos secuestraron periodistas y ganaron dinero con sus rescates hasta que decidieron asesinarlos y grabar en video las ejecuciones que después difundían por las redes sociales y sus canales de propaganda para sembrar el terror. Consiguieron su objetivo: echar a los periodistas extranjeros para evitar las coberturas informativas que denunciaran sus actos deleznables de barbarie y de explotación y chantaje económico y sexual a la población natal de las zonas que controlaban en Siria y en el norte de Irak, en Mosul. Fueron los periodistas locales quienes asumieron la misión y la responsabilidad de contar lo que pasaba, pagando un precio muy alto también. Es el objetivo de los grupos terroristas que actúan ahora en el Sahel. No quieren que profesionales como David y Roberto puedan contar las atrocidades que sufren, en este caso, los animales cazados furtivamente.

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