Diario de León

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La historia humana no se ha caracterizado, desgraciadamente, por la unión entre los pueblos del mundo y entre las personas de un mismo pueblo, ni por el altruismo y el servicio hacia los demás, salvo honrosas excepciones de ciertos seres humanos que merecen el nombre de héroes. Nos referimos, en estos momentos dramáticos, a esos verdaderos «héroes» encargados de nuestra salud, y también a todos aquellos —que son muchos— al servicio de los demás. Ellos se merecen nuestro más profundo agradecimiento, nuestros aplausos vespertinos, lo cual debería llevarnos a estas y otras reflexiones.

La primera reflexión podría ser que hay profesiones «sagradas», en su propia esencia, es decir, que merecen la admiración, el respeto y la consideración de todos, por encima de las otras profesiones (sin olvidar que todas ellas son necesarias). Estoy pensando en dos: el médico y el educador; la expresión latina «mens sana in corpore sano» puede ayudarnos a comprender la trascendental importancia de estas dos profesiones, pues su objetivo es conseguir el desarrollo de «un  espíritu  equilibrado en un cuerpo equilibrado es decir, «una mente sana en un cuerpo sano». De ello se encargan, evidentemente, esas dos profesiones sagradas (una, de la mente y el espíritu, y la otra, más bien del cuerpo).

Pero hoy estamos obligados a centrarnos en todo el personal sanitario, en los profesionales de la salud: médicos, enfermeros, auxiliares y técnicos administrativos, cocineros, celadores, etc., etc.; y asimismo pensamos en todos aquellos que están colaborando por la salud de los demás, y de forma especial, en aquellos héroes que han dado su vida para salvar las vidas ajenas. Ellos son un ejemplo que no debemos olvidar nunca, en medio de un mundo que se caracteriza -desgraciadamente- por el predominio del egoísmo y los enfrentamientos.

Esta reflexión nos lleva a otras. Nos lleva, en primer lugar, a pensar si seremos capaces de aprender lo que esta grave crisis nos está enseñando: sin la unión y el altruismo, esta humanidad parece estar condenada a desaparecer. Un mensaje, de los muchos que circulan en relación con la pandemia, dice: «Este virus lo paramos unidos». ¿Por qué «unidos»? ¿Quizás porque esa pandemia ha sido consecuencia de la desunión, el separatismo y los enfrentamientos? El tiempo lo confirmará. Parece evidente que todo va a depender de la actitud que adopte el conjunto de la población, y en especial, los gobernantes. Desde luego, una pandemia como esta no se cura con ningún material bélico, sino con el desarrollo de la unión, el altruismo y la solidaridad entre todos los pueblos, entre todos los seres humanos, por mucho que cueste entenderlo a mucha gente, y en especial, lamentablemente, a muchos gobernantes, magnates y poderosos.

Otra reflexión necesaria y conveniente, en estos momentos tan decisivos, es acerca de la grave responsabilidad de los partidos políticos, en especial los que han tenido responsabilidades de gobierno; pero no hay que olvidar que esa responsabilidad es doble: en el gobierno y en la oposición; así es como se comprueba la capacidad y los principios que rigen a un partido y a otro. En principio, la alternancia política, en las democracias consolidadas, es bienvenida, necesaria a veces, pues ya se sabe que todo poder corrompe, en especial si dura mucho. En nuestro país, ha sido muy diferente la trayectoria de los dos partidos que han gobernado.

Desde 1989, la derecha no ha aceptado nunca el triunfo de la izquierda, por lo que le ha puesto todas las dificultades posibles para evitar que gobierne, mediante impugnaciones y otros medios poco democráticos. Esto lo comprobamos, una vez más, en estos momentos tan difíciles, donde la oposición debería tratar de colaborar con el gobierno por un bien mayor: la salud de todos los ciudadanos, en primer lugar, pero también para procurar la mayor estabilidad social posible, y dejar de poner tantas dificultades. No parece haber sido esta la trayectoria de los socialistas, pues en 2016, con su abstención, permitieron que gobernara la derecha. En cuanto a los populares, recordemos los recortes sufridos en los servicios sociales y en la atención primaria, desde el año 2008, con unas consecuencias dramáticas en esta pandemia. ¿No deberían acordar todos los partidos democráticos, por ejemplo, que los servicios sociales sean considerados servicios esenciales, y por tanto, estar blindados?

En conclusión, toda la política de nuestro país debería estar a favor de la unión y el bienestar de los ciudadanos, lo que demostraría que vivimos en una verdadera democracia, donde todos respetan los derechos de todos y asumen sus propios deberes, sabiendo que esto es totalmente posible, a pesar de las diferencias de pensamiento y los diferentes puntos de vista de los ciudadanos y los políticos sobre la vida, las creencias y la política. Pero el bello mensaje «Este virus lo paramos unidos» está aún lejos del espíritu y los objetivos de algunos partidos políticos que practican, más bien, la desunión, los enfrentamientos y el ansia de gobernar, y carecen del espíritu de colaboración. Por el contrario, el gobierno actual -como es su obligación- está tendiendo la mano continuamente a todos para unirse teniendo en cuenta que hay un único adversario a batir: el Covid-19. Como dice Javier Pérez Royo, «todos los sistemas políticos se retratan en los momentos de crisis».

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