Diario de León

Creado:

Actualizado:

Leíamos hace unos días que «el Gobierno permitirá despedir a las empresas que estén al borde de la quiebra». Al hilo de este titular de prensa nos hacemos la siguiente pregunta: ¿se permite que el Gobierno sea despedido cuando el Estado esté en quiebra? Si así fuese, el (des)Gobierno de Pedro Sánchez debería ser despedido ya, sin demora, sin indemnización y con reclamación de daños y perjuicios. Que España está en quiebra no lo decimos nosotros, lo revelan los números. El 22 de abril, por falta de liquidez, el Tesoro colocó 15.000 millones de euros de deuda española a 10 años. El bono emitido de forma sorpresiva —se hizo fuera del calendario de emisiones previstas— fue una operación sindicada en la que actuaron como directores el Banco Santander, Barclays, BNP Paribas, Citigroup, HSBC y JPMorgan. Hablamos del «mayor bono sindicado de la historia del mercado…, del mayor importe emitido en una referencia en la historia del mercado de capitales», según anunció el propio Ministerio de Economía que dirige la angelical, y no parece que muy eficiente, Nadia Calviño, Ministra del referido departamento, pues el coste que nos supondrá a los contribuyentes ascenderá a los 375 millones de euros extra, al tener que pagar el Tesoro, por los 15.000 millones, 25 puntos básicos más de intereses al haber elegido el peor momento para su emisión —días antes, el nivel de los intereses estaba por debajo del 1%—. De no haber recaudado ese dinero, el (des)Gobierno de Pedro Sánchez no hubiera podido pagar los Erte ni las nóminas de los funcionarios del mes de abril. La desconfianza en España se ha instalado en los inversores y sólo el rescate evitará el aumento de la prima de riesgo. Estamos en ‘el caos sanchista’: la quiebra del Reino de España. El ‘doctor fake’, que para meter miedo en la sociedad española y chantajear a la oposición, había dicho aquello de «yo, o el caos», preside el ‘Ejecutivo del caos’, «un Ejecutivo guarecido en su impotencia gestora, sin otra solución que ganar tiempo, inventar palabras y que sea lo que Dios quiera» (Álvaro Martínez).

El próximo mes de junio, a decir de algunos analistas financieros, será crítico. El Estado tendrá que hacer frente a los pagos ordinarios, salarios de los funcionarios, pensiones, pagas extras, prestaciones de trabajadores acogidos a los Erte y al nuevo ingreso mínimo vital, lo que supondrá un desembolso —si hay suficiente liquidez— que puede rondar los 30.000 millones de euros. «Esta explosión de gasto dirige a paso firme a Pedro Sánchez hacia el rescate europeo» (S. Alcelay).

A principios del 2020, el Tesoro Público había previsto emitir deuda pública por importe de unos 200.000 millones de euros. Ahora, ante el desmesurado incremento del gasto público —y por ende, déficit— el Tesoro tendrá que emitir deuda por un importe que puede elevarse hasta los 280.000 millones de euros (hay quien habla de hasta 400.000 millones), lo que situaría la deuda pública de España en torno a 1,3 billones de euros, un 115% del PIB. Son unas magnitudes que, a decir de los mismos analistas, en el año 2021 podrían incrementarse hasta alcanzar el 120% del PIB, y seguir su ‘escalada’, caso de no aplicar recortes. «Es el ‘gran elefante en la sala’ que todos quieren retrasar para el futuro político de turno» (J.G. Jorrín).

El día 6 de mayo, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) anunció que «el déficit público será mayor del pronosticado por el Ejecutivo: del 10,9% en el mejor de los escenarios, sin descartar que llegue al 13,8% del PIB, lo que supondría un agujero de 171.000 millones de euros»; que «España se enfrenta de nuevo a una crisis, de mayor magnitud y profundidad que la de 2008-2012»; y que «desde el punto de vista de las finanzas públicas, uno de los principales riesgos de la situación actual es que la recesión mute en depresión». «La hipótesis de una quiebra financiera del Estado no es en absoluto descabellada» (J. Cacho).

Ante este incierto panorama, ‘Napoleón Sánchez’ se dedica a echar la culpa de todos los males —que son cuantiosos y carísimos— a la oposición, acusándola de falta de lealtad por no aceptar sumisamente sus ocultos planes políticos; a la Banca, achacándola ineficacia y poco diligencia en la cumplimentación de los avales y préstamos ICO; y a los funcionarios —‘sotto voce’— atribuyéndoles descontrol en la tramitación de los Erte. Pues no. El problema es del (des)Gobierno social-comunista de Pedro & Pablo que está llevando a España a una situación crítica e imposible para devolver todo lo que se debe. «España está en quiebra, no hay dinero y aún peor, no hay fiador» (J.M. Gay de Liébana). Las largas colas de personas ante bancos de alimentos, comedores sociales, parroquias y centros de Cáritas, recuerdan a la Venezuela bolivariana.

Hace ¡catorce meses! escribíamos en esta misma tribuna que el felipismo había vaciado las cuentas de los pensionistas, saneadas después por Aznar; que unos años más tarde, el zapaterismo había hundido a España en una crisis sin precedentes, que hubo de salvar Rajoy; y advertíamos que el sanchismo, con ideas y planteamientos económicos retrógrados, nos retornaría a épocas pasadas con más gasto, más déficit, más deuda, más impuestos y más paro, y que la ‘fiesta’ la pagarían los de siempre: las clases medias, funcionarios, asalariados, autónomos y pequeñas empresas.

¿Será Pablo Casado quien tenga que arreglar, ahora, este desastre? ¡Que Dios nos pille confesados!

tracking