Diario de León

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Si cuando alguien menciona la frase ‘Sangre, sudor y lágrimas’ inmediatamente la asociamos a Winston Churchill, no tardando ocurrirá lo mismo cuando se pronuncie la frase ‘Hambre, dolor y lágrimas’, que rápidamente nos recordará a Pedro Sánchez, la crisis sanitaria padecida en España durante el año 2020 originada por la pandemia del coronavirus, las miles de muertes ocasionadas por el patógeno, la negligente gestión que de la misma realizó el Gobierno presidido por aquél y las crisis económica, social y política que, como consecuencia de la crisis sanitaria, soportó de manera inesperada la sociedad española. Así pues, ‘Sangre, sudor y lágrimas’ es a Winston Churchill, como ‘Hambre, dolor y lágrimas’ lo será a Pedro Sánchez.

1) Hambre. El coronavirus, que tantas muertes está causando, provocará otra tragedia de graves e imprevisibles consecuencias sociales: paro y, lo que aún es peor, pobreza y hambre. El Covid-19 desencadenará que muchas personas, al perder su trabajo, dejaran de tener ingresos, lo que ocasionará, a su vez, que habrá quienes no dispongan para comer. «Además de pandemia tendremos hambruna» (D. Lacalle). La suspensión del empleo, primero, y su destrucción, después, como efectos directos de la epidemia, golpearán fuertemente en el bolsillo de los trabajadores. Se prevén cierres de empresas y recortes de plantillas en aquellas otras que consigan sobrevivir, lo que afectará de manera más inmediata a los asalariados que prestan sus servicios en el sector privado, mientras que, por el momento, no será así para los empleados cuyas rentas proceden de las diferentes administraciones del Estado; no obstante, los funcionarios deberán mentalizarse de que los recortes en sus retribuciones serán una de las primeras decisiones que el Ejecutivo social-comunista que nos (des)gobierna tendrá que tomar de forma ineludible. Así pues, volverán los recortes y ¡de qué manera! «Es lo que hay: el cautiverio nos dejará una España políticamente insegura (el vigente tablero saltará por los aires), económicamente arruinada (los expertos hablan de una depresión similar a la de 1929) y socialmente explosiva (se han destruido casi un millón de puestos de trabajo). El de la pobreza va a ser el cuarto jinete. Y me temo que el BOE no podrá derogarla por decreto… Ni siquiera la pensión de los abuelos, que han caído por miles, va a servir en la ‘posguerra’ (Sánchez ‘dixit’) para aliviar la crisis en las familias» (Antonio Casado).

Bancos de alimentos, comedores sociales, parroquias y Cáritas, que en su página web alerta de los efectos sociales que se pueden producir en las familias en situación de pobreza y exclusión social, no han dejado de prestar ayuda a los más necesitados. ¿Hay alguien que dude, a día de hoy, en marcar la X en la Declaración de la Renta en favor de la Iglesia católica?

2) Dolor. No hay mejor muestra de respeto hacia los fallecidos que un simple gesto de luto, como la corbata o lazo negro, bandera a media asta con su crespón negro, una declaración de luto nacional, o un solemne funeral de Estado, en señal de dolor por todas las víctimas. Lo contrario sería, además de falta de empatía —palabra mágica—, soberbia, chulería e indecencia. Quienes así se comportan, nunca serán referentes de nada. «Junto al curar e interpretar el origen de esta pandemia tenemos que corresponder a otra responsabilidad como personas, como sociedad… Tenemos el sagrado deber de hacer duelo público y de llevar luto por ellos. Por dignidad de hombres, por fidelidad de hijos y por solidaridad de ciudadanos… no podemos dejar que se vayan de este mundo sin más, sin despedirles, sin rendirles honor, sin agradecer sus vidas, sin lamentar sus muertes públicamente en un acto sincronizado de toda la nación» (Olegario González de Cardenal).

El PSOE de Pedro Sánchez no quiere muestras de dolor por las víctimas. Lo ha reconocido en público el alcalde de Villarreal, José Benlloch: «El PSOE ha enviado una circular para que los pueblos gobernados por el Partido Socialista no mostráramos duelo en estos momentos». Benlloch, sin embargo, no ha seguido las recomendaciones de su formación: «Yo llevo corbata negra, he bajado las banderas y he hecho un minuto de silencio». Una gota dulce en un océano salado.

3) Lágrimas. No hay mejor prueba de un sentimiento limpio, de un afecto puro, de un amor sincero, que las lágrimas. «Lloré, claro que lloré con los ataúdes del Palacio de Hielo». Así de claro, sin avergonzarse, lo ha contado Fernando Lázaro al referirse a la publicación de la foto con la que se mostraban centenares de ataúdes en el Palacio de Hielo. Fue «la foto necesaria que congeló la estrategia de Moncloa. Su consigna era clara: nada de muertos. Aquí solo palmas, balcones, enfermos recuperados... noticias positivas y un mensaje que rodee y blinde a Pedro Sánchez: de aquí salimos todos unidos, juntos, bajo su batuta. En una lectura que tenía dos mensajes cruzados: alentar a la población y salvar de la crítica política al presidente del Gobierno». No hay muertos, ni ataúdes, sólo estadísticas y un objetivo: doblegar la curva. Aunque España no llora, los españoles sí lloramos, de ahí las lágrimas derramadas al oír cantar a los soldados de la UME  La muerte no es el final  en la clausura de la morgue del Palacio de Hielo en homenaje a los fallecidos. Lloré, claro que lloré, igual que Fernando Lázaro.

Tres palabras, tres: hambre, dolor y lágrimas. Tres hirientes vocablos, que como una locución: ‘Hambre, dolor y lágrimas’, los españoles tendremos que acostumbrarnos a llevar en nuestras conciencias de la misma forma que lo hicieron los británicos de la época con aquella otra sentencia: ‘Sangre, sudor y lágrimas’.

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