Diario de León

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El socialismo suma a León a su nueva temporada, convencido de que los guiones caducos de los capítulos finales del folletín no le dan para salir airoso del próximo roce con la urna. Vamos a suponer que la idea de tomar en cuenta el aviso que dejó Jaime Lobo (disidente de la ocurrencia de Aznar de hacer ley lo que Demetrio había condenado con cimientos y ladrillos) responde a un análisis reposado del politburó de los pedretes leoneses, apurados por la presión arterial que ahoga al organigrama de cargos de Soria y Burgos, dispuestos a lo que sea por no perder la poltrona. Que eso de ventilar las cancillerías de la venturosa Castilla y llevarlas a la otra región que ataron a la pata del mapa, que no es el territorio, no fue un calentón de sobremesa, consecuencia del ¡a que no hay huevos! que siempre acaba en urgencias. En trauma. Estaba tan precocinado, que sacaron la precuela antes que el trailer del primer capítulo. Habló el del Mercedes con chavala de serie antes que la resaca castellana abundara en la presentación, como que fuera cosa suya este plan de desagravio. En el Psoecil, el Gatopardo está al nivel de consultas que los manuales de horticultura, y el arte de plantar zanahorias y nabicoles para que al burro no le falten referentes. Aquella misma facilidad que emplearon para acomodar la mesa por León a la horma de la necesidad de los cien mil cazurros que hace dieciocho meses pidieron en la calle respeto y soluciones, empuja ahora al esclavo a creer que le van a quitar las consejerías a Valladolid los mismos que han centralizado allí la estructura ferroviaria que desmantelan aquí. Correos, Carreteras, la DGT, o el Banco de España. Ay, cuando el aspirante al Elisseo de la meseta les cuente que la gallina de oro de la yunta pondrá huevos al norte del Cea, que hasta ahora solo cruza para recoger el trigo. Demasiado desengaño para combatir el mito de Castilla y Renault, que la facción de la perestroika del socialismo leonés ya replica con un inspirador Castilla y Cendón, y otros ripios acomodados al momento. Las consejerías son el brazo ejecutor del sistema, el plural mayestático que moldea a martillazos a gente que resiste como clavos. Cehachedés en potencia, pero con almenas en la heráldica, al hilo de la función. Por eso cambian el relato. La cuestión de fondo no es quién va a dejar hacer cosas a León, sino quién va a detenerlo.

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