Diario de León

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Es fácil adivinar de qué lado del muro de Berlín está quien vela por nosotros con la verdad que se defiende sola, ante la mentira que espera el auxilio del gobierno. Ya estamos tan atollados en la batalla de Madrid, que nos domina la vana esperanza de que abran el perímetro del censo, y votar. Por correo no, después del gatillazo del sobre acolchado con munición de cazadores de Alaska y el apagón que precedió al pucherazo de Pensylvania. Votar para desahogar esta borrachera ideológica, de la calaña del pásalo, póntelo, que sucedió al once eme, con la Brunete y la Quinta Brigada mediáticas remangadas en mitad de la crecida del Ebro, la llamada a la oración con las señales horarias desde el minarete de Radio Moscú, mientras las lideresas de audiencia que postea el egeme reparten carnés de demócratas con membrete del gulag. Dale con el si me quieres escribir, las granadas moledoras, los maratones de las teles italianas subvencionadas a golpe de talonario de la resiliencia para guiar al pueblo a la libertad acomodada a los postulados de Fidel, especiales sobre la crispación y otros episodios de la factoría del Rasputín de medio flequillo reinjertado de Moncloa, machacón con que los individuos que forman la masa, primero se emocionan y luego, votan. Ahí sigue la mula, sobre la misma noria, a agotar con calderos el pozo de la ficción guionizada para que la caída a plomo del país, los despidos masivos, el desempleo insoportable, el billete combinado de vuelo de ida al cártel de los Soles, con escala en el peronismo, el peronismo de Perón, el peronismo de Duhalde y de los Kirchner, con embajada en Ciudad del Vaticano, no se masque en las tertulias que bailan al ritmo del chachachá del Parte. La granja de Orwell es un tutorial. Esta alerta antifascista sobrevenida le pilló escaso de género al comercio textil de Amancio, donde los fachalecos se reparten igual que salvavidas en la cubierta del Titanic. La historia está plagada de imprevistos calculados que motivan el giro inesperado de los acontecimientos. El gran Milán cayó del trono europeo porque en Marsella le apagaron la luz. El Milán del testaferro de Craxi, y patrón de la tele que convalida doctorados en derecho procesal con la semblanza a Rociiito por entregas.

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