Diario de León

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Se aproxima la temporada alta del aquí-que-no-vengan-a-tocar-los -huevos, movimiento social de alta implantación en el territorio leonés, nacido de aquel acto de esperanza de un guaje asturiano, vacuna en serie contra el acoso, el envite del clasismo urbanita, el toca pelotas estival que se propone legislar en quince días o en un mes todo lo que le reprime la vida apurada del desarrollo el resto del año. A ver por qué creen que cierran las casas consistoriales en estos dos meses. León se jodió el día en el que empezaron a aplicar a monte abierto la ley de la ordenación del territorio, de tal modo que vale lo mismo la manga ancha de los barrios prósperos que huelen a prisa y fritanga de postín que apretar las tuercas con el todoterreno japonés de la CHD en el valle del Hambre. Por ejemplo. Luego, que si la cohesión territorial, y tal, pero no han sido capaces en cuatro décadas de burocracia que retroalimenta la máquina de los billetes de la Unión Europea de corregir ni una de las brechas de desarrollo territorial, social y económico que ha derivado del invento del concurso de un sueldo, un carro y una casa y una vida atada a la ventanilla del banco. Claro que es por la política. De qué, si no, deriva todo lo que acontece; no es igual llenar el Bernabéu para sacar el primer concejal que ganar las elecciones con un ajuste en el censo en la cuadra de la burra —otra tendencia— con dos de la costa del Adobe y otros tres camuflados nacidos en el corazón de los montes Atlas. A un año de renovar la corporación de doscientos ayuntamientos que conforman el oeste leonés, pero no el cardinal, el oeste metafórico que cubre esta pista de baile de claqué para madreñas, no hay una mejora tangible, un recorte certero de urgencias, un costado con llagas en el que meter los dedos y decir, que sí, que ha resucitado. Comienza la cuenta atrás para el repertorio de cifras macro económicas recurrentes; contraproducentes, porque al final va a cundir el desengaño de lo que habría sido California en esta piel de Montana con un par de fábricas a tiempo, con una quinta parte de oportunidades que les regalaron a otros. Parece una desfachatez la promoción en las zanjas (otra sepultura) que abren al desplegar fibra óptica en las aldeas en las que cerraron la escuela hace 40 años. Fibra óptica; pero si no hay ni cobertura para pedir el comodín del rescate.

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