Diario de León

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Tiene más emoción la Liga. Va ser un mes largo; sobre todo, para los contendientes que no están en la única casilla que la quiniela tiene por resolver. La duda es si las siglas de derechas superarán los cincuenta cancilleres con plaza en Valladolid para repartir la lana, o se quedarán en 49. Hay cosas imperturbables en los últimos 37 años. A esa suerte de la permanencia aspiraba la cuna del parlamentarismo; que se engendró como valor heredado del reino de León, luego adoptó el molde del relato oficial del concepto machacón que todo lo salpica, y termina por ser patrimonio de terceros. El mismo itinerario que le han puesto a la cecina en el rutódromo. Lo veremos. Vino Ayuso a enseñar la luna y los leoneses se quedaron eclipsados con el dedo. Otro inconveniente de los confines periféricos de la España castigada es que, aquí, sí te puedes encontrar con tu ex. Los chigres con palomar adosado para retratar el momento ante el rosetón gótico de la santa madre Catedral son otro reflejo del clasismo más rancio de las ciudades en las que las oportunidades se repartieron por estricto orden alfabético del linaje. León no es Malasaña, en el supuesto de que Malasaña, que no lo sé, represente el cosmopolitismo del Madrid universal que ampara a tantos leoneses. León no es ni la mitad de lo que era, y va camino de la siguiente división, a fuerza de perder kilos, empleo, colegios, políticos, trenes. Y referencias. Ni en pleno invierno, el clan de los braseros se verá obligado a localizar con nombres y apellidos los efectos de la próxima descarga del frente frío que dejará a rebosar el embalse del Esla. Los miles de leoneses a los que disolvió la pandemia china mientras reclamaban futuro no recuerdan ya la razón exacta por la que decidieron echarse a la calle hace dos años. Prueba de que no es igual la acción política que alimentar la indignación con tuits y metaverso. Ninguna formación que alentó aquella marcha contra el olvido está en condiciones de tocar pelo ejecutivo el 13 de febrero. Con el alt-right en el cogote, Rajoy dio libertad a la disidencia para fugarse al partido conservador, o taparse con la manta del CDS. Entonces, algunos asumieron la diferencia entre lo que importa y lo que interesa. La derecha va a arrasar; por la misma razón que abrinquillará a Macron en abril. Por la batalla ideológica.

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