Diario de León

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La quinta provincia tiene el AVE a Galicia por mitad de Zamora; un hecho que zanja cualquier tentación de demostración de cariño y declaración de amor. Para saber hacia dónde va un territorio, basta con ver el tránsito de sus trenes. Los de Ponferrada, quedaron anclados en mitad del precipicio, con la disculpa de que someter la orografía era tan costoso que hacía del proyecto un exceso faraónico. Invocar a los faraones se transmite por aerosoles entre la clase política. Y así, se ahondó un poco más la zanja, mientras el estribillo del chacachá se pierde cada vez que el ferrocarril del siglo pasado se abandona por las faldas del Manzanal, a paso de burra. A la quinta provincia le faltaron al respeto cuando decidieron que no iba a ser parada y posta de la alta velocidad los mismos a los que colmó de votos las alforjas. Sin alternativa, a la quinta provincia no le queda otra que encaramarse a Peña Trevinca y escuchar a lo lejos la exhalación que dejará atrás el paso del rutilante 106, por donde pastan las cabras, tal y como glosó en un golpe de genialidad Tarsicio Carballo sobre la sentencia a muerte, que tanto escoció entre la jarca que Demetrio Madrid trajo aquella mañana de primavera al pabellón de la Torre a hacer bulto en la gira de Sánchez rumbo al cielo socialista; el célebre día que dejó el mercedes en la gasolinera de la calle la Serna y se presentó al mitin en un quía (Pedro, no Demetrio). Se orilla al río como se orilla en la oficina; se orilla a una generación y a sus vástagos, por los siglos de los siglos. Orillar es un verbo cabrón, porque excava sepulturas mientras prepara a la víctima para aceptar el destino. El de la quinta provincia será más o menos como el resto del medio oeste en el juego de metrópolis al ritmo de monopoly del África tropical. El parlamento compostelano tantea la adhesión de la quinta provincia; el Bloque se coloca a unas elecciones de lograr actas en el Ayuntamiento de Ponferrada; está más cerca la quinta gallega que la cuarta leonesa, como efecto de que la ideas políticas son exitosas cuando un líder o lideresa las pone en práctica y, ahí, Ana Pontón le saca varios cuerpos al entorno; Ábalos diluye el frente noroeste con un abrazo asfixiante a Feijóo. Al final, no estuvo tan desacertado el eufemismo de aquel plan guay que inventó ZP. A la quinta gallega le inspira algo más que la vocación verbenera de ser un aperitivo telonero de la Panorama.

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