Diario de León

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Está el periodismo que acostumbra a encamarse con el poder; luego, los egos de cada uno definirán si la relación se debe a los afectos o al interés, si se resuelve con maneras de atracción fatal o basta con sacarle brillo con la lengua a la punta de las botas. De ese apareamiento vienen al mundo criaturas bastardas, producto de los genes dominantes de la propaganda y el lastre hereditario de los mansos. El Gobierno ya no le teme al mal sobrevalorado cuarto poder, al que ha sometido con la facilidad del morreo en la intimidad de la celda. Se resisten, como siempre, los indomables. Indomable es un estado de firmeza permanente, en desuso bajo la atmósfera de cámaras que incrimina la tentación de libertad en la granja. Vigilan con los ojos que les hemos dado, para sofisticar más el proceso y acabar de un plumazo con la eterna duda sobre quién vigila al vigilante. El cascabel lo llevan los ratones. Hace tiempo que el poder dejó de tolerar otras informaciones que aquellas que le son útiles; antes, incluso, de enviar al ministro de Interior a patear puertas a la hora del lechero. La gente comenzó a desdeñar la verdad, igual porque la verdad es amarga y quita el sueño por las noches. Se deja llevar por las emociones, por la fórmula de primero siento y luego, decido. Enemigo Público le valió a Gene Hackman un Oscar de reparto por rescatar al protagonista de las garras del Estado, que lo acosó con algo similar a eso que el poder endulza con el término monitorizar. La ironía es que a Hackman le caracterizan con gafas tipo Kissinger, que bien podían ser las de Erich Honecker, o las de Martín Villa, aquí en España. Es lo que tiene la inspiración que bebe en las metáforas. Sólo alguien obsesionado con sus propios secretos puede saber cómo revelar los de los demás. En esas estaba el poder, encamado con el periodismo entregado, que es amor marital y es amante, concubina y confidente, cuando escuchó el estruendo de Twitter. No hay idea que cuaje sin compromiso, que implica correr riesgos; responder al pensamiento único del poder le ha dado a Twitter una fama de indomable que ya no puede disimular. Hay días que con 140 caracteres tiembla el misterio. Hasta la reclusión, lo importante de Twitter tenía reflejo en los medios; la alarma ha logrado que lo relevante de la prensa salga en la red social. La migración en tiempos del PSOE, que siempre había renunciado a hacer prisioneros.

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