Diario de León

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Hay empeños poco más estériles que deshojar margaritas en víspera electoral; que si os quieren se nota a leguas; tanto o más que si pasan de vosotros. Y los políticos no quieren a León. Le alientan esperanzas que sólo avivan hasta el cierre de las urnas y, luego, abandonan como los cachorros de husky que embaló Papá Noel en las gasolineras de la operación salida de agosto. Ni se bebe, ni se viaja, ni se folla con cualquiera; tampoco es fácil que uno vaya más allá de sus miedos con cualquiera; pero a la hora de repartir el voto, se baja la guardia de una forma escandalosa. A mirlos blancos amortizados cuando ya no puedan disimular el plumaje de cuervos negros camuflado bajo el barniz del music hall, tronistas, sin otro bagaje político que saber troquelar los censos y el espectáculo del organillo que hace bulto en el cantamisas. Nunca resultó tan fácil una papeleta a contra reembolso. Quedan trasnochadas las argucias de Bono (de Albacete, no de U2) cuando comenzó a ganarse los favores electorales de los paisanos en los poblachones de la Mancha a base de cambiar relojes por votos; en una fórmula magistral, luego adaptada por Pelines en la carrera de fondo por los compromisarios de la caja de ahorros, en las mismas plazas en las que Jaime Lobo dio el sorpasso de aquella legendaria batalla por el Senado, con mítines al filo de la medianoche, la leche recién ordeñada en los cántaros y los rebaños en el aprisco. Si algo va a sobrar el 11 de noviembre, son senadores. En una encrucijada similar se inmoló la Democracia Cristiana, y nació Forza Italia, la Liga del Norte, la crucifixión de Betinno Craxi, la evaporación del Partido Socialista Italiano. Vamos treinta años a remolque. No tenemos un mísero Andreotti al que echarle la culpa; ni un eurocomunista convertido a la socialdemocracia al que confiar la caja de caudales. Si la Italia de Berlusconni es la respuesta, la pregunta es de un poeta de Irlanda. Los leoneses, irlandeses de alma, forjadores de naciones y emigrantes en tierra propia, deberían interpelar a esta campaña huera y hueca de mensaje con los versos de Yeats …. Pero yo, que soy pobre, sólo tengo mis sueños; he tendido mis sueños ante tus pies; pisa con cuidado, porque pisas mis sueños. Mal asunto. Acaban con los sueños y obligan a masturbarse con la realidad.

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