Diario de León

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El 2 de enero es san Basilio Magno, que alguna cosa buena tuvo que dejar en vida, por el apodo, y de san Gregorio Nacianceno, que llegaron a compartir pupitre en torno al año 300 y siguientes, cuando era fácil asomar el morro entre Constantinopla y Judea sin necesidad de requerir los servicios de un cirujano plástico, ni que te metieran la uzi en la quijada, porque los rasgos latinos, a veces, tienen componentes moriscos, y la guardia de fronteras se ofusca con las prisas y no se detiene en si la napia es aguileña o el remate de la testuz acaba en el requiebro fenicio. Por aquel entonces, un par de siglos antes, o tres, que tampoco hace falta ponerse quisquillosos para ventilar lo que lleva entre manos la cuita, Santiago el Mayor se echó a la mar y fue a extender la palabra de Cristo por alguno de estos caladeros, a sembrar en tierra fértil, que luego brotó y dio sus frutos, entre otros parroquianos con el tal Basilio Magno, que llegó a ser de los de arriba, de la élite de aquello que maceraba como un movimiento revolucionario, luego iglesia y, más tarde, confesión religiosa, germen de occidente y de la cultura contra la que ahora se ametrallan ráfagas incesantes. Bastante llegó a suponer Basilio, Magno, el día que le encajó la comisión de adhesiones santorales en el calendario católico, que iba a inspirar la relevancia que tiene en el quehacer que engrasa la maquinaria burocrática de compañía al gobierno de la fusión y fisión impostoras de reinos y coronas, en donde se registra la tasa de paro más chunga de la Europa del poniente; la cota más baja de renta per cápita entre el mundo libre; la pirámide poblacional más envejecida del hemisferio norte. El abismo entre los doblones de políticos y liberados y los denarios que ingresa el pueblo que los sostiene con tributos. En un momento dado, Santiago el Mayor, apóstol de Cristo, llegó a Hispania a predicar, lo mismo que su hermano fue a Egipto, o a Matías le endosaron la Capadocia, que no es igual que crear empatía en una tierra llamada Gallaecia, con bastiones en Lugo y Astorga, y capital en Braganza. El resto, está en la senda y en la piedra que creó occidente. Debió de ser sobresaliente en el verbo, porque el ejército lo invocaba por el nombre de pila antes de entra en batalla; pero el PP cree que con implorar a Basilio Magno le va a sobrar para ganar las elecciones. Y no. Ya no.

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